Los letreros celestes de “referencia histórica” fueron colocados a lo largo de las rutas durante la última dictadura militar. La mayor parte de ellos desaparecieron, pero alguno perdido queda todavía. Todos respondían al mismo modelo, involuntariamente cómico o irónico: tras el aviso “a 200 m referencia histórica” se encontraba un cartel azul y blanco dispuesto en la banquina y siempre en medio de la nada bajo el cielo azul y blanco al lado de un asfalto recto e interminable como un mensaje apostólico papal, que rezaba: “En este lugar, en la mañana del 24 de febrero de 1843 las tropas al mando del coronel Supergómez derrotaron a la columna del brigadier Yamandaré a la que pusieron en fuga, infligiéndole numerosas bajas”. Sin más explicación acerca de los porqués y las consecuencias del enfrentamiento.

Salvo por el asfalto y el alambrado, el paisaje está igual que en 1843. Nunca en torno a estos letreros históricos vi nada por lo que valiera la pena degollarse o atravesarse a lanzazos: no se ve una rocafuerte, ni un castillo, ni una tapera. Ni siquiera un pozo de agua para beber y refrescarse después de la batalla en un día sofocante de verano. Eran disputas sangrientas por la posesión de los desiertos en un país vacío donde estaba todo por hacer. Argentine Psycho.

Bastante chocantes eran estos mismos letreros en los caminos del centro y norte de Neuquén, donde la Cuarta División del coronel Napoleón Uriburu entre 1880 y 1883 tuvo varios enfrentamientos sanguinarios con los mapuches, que culminaron en la batalla del desfiladero de Pulmarí donde gracias a los fusiles Winchester y Remington los aborígenes tuvieron 354 muertos y los nacionales, diez veces menos. Nunca vi una “referencia histórica” que recordara un triunfo mapuche (algunos hubo) ni que destacara el valor con que lucharon por su tierra. Emplazados además en las narices de las comunidades originarias que todavía habitan por allí, eran una verdadera grosería y por suerte fueron eliminados.