Que me disculpen los puristas pero a mí no me sale decir “piscina” porque me recuerda a los que orinan dentro de ella: para mí, como para la mayoría de los argentinos, es una pileta.
Hace unos días, en ocasión de la condena a sexenio de prisión e inhabilitación perpetua de Cristina “Chorra” Fernández “Rea” de Kirchner, publiqué en mi muro de Facebook este recuadro:
Acompañando turistas, como periodista y escritor de viajes y también como invitado conocí varias estancias de las pampas, la Patagonia y el Noroeste, donde las llaman fincas
Siempre glosando –como en la nota anterior– el magnífico libro de Orlando Figes (“La tragedia de un pueblo. Una historia de la revolución rusa”) en traducción mía del inglés, leo que tras las [...]
Algo parecido a lo dicho en el capítulo anterior sucede en caminos secundarios de la Patagonia, sobre todo a lo largo del litoral marítimo, donde es frecuente encontrar rutas provinciales
Según nuestras leyes que se nutrieron del Derecho Romano, todas las orillas de mar y las de lagos, lagunas y ríos que no se encuentren completamente circunscriptos por propiedades privadas son públicas