ANTI-CAPARRÓS
Hace unos días, el escritor Daniel Guebel realizó una “Laudatio” para la ceremonia de doctorado “honoris causa” de Martín Caparrós. Tras un lapso prudencial, me arrogo aquí el derecho a realizar una “Deprecatio” de dicho doctorado. Para hacerlo, me baso en que el doctorando, hace unas décadas, “con afecto y admiración” según el testigo que me lo refirió, me consideró (en repetidas ocasiones) “una de las personas más inteligentes que había conocido en su vida”. No dudo que después de aquella desmesurada exageración Martín Caparrós debe haber conocido muchas otras personas inteligentes, pero eso me basta para juzgarlo como un par: no como un “maestro” ni una celebridad, porque lo conozco desde que tenía 10 años, uno menos que yo, cuando era un pequeño defensor del sovietismo estalinista invasor de Checoeslovaquia. Años en que su padre, el “revolucionario” doctor Antonio Caparrós, circulaba en el auto más fachero y caro del país, un Torino 380W.
Ignoro porqué, pero en su alocución discombobulante (para emplear un neo-anglicismo que le cabe de maravillas) el doctor honoris causa se llama a sí mismo cobarde y fracasado y, aunque es otra más de sus falsedades o mentiras, aquí lo tomo al pie de su letra. El Doctor Cobarde Fracasado miente cuando afirma que fracasó “con la discreción que puede hacerlo una persona”: la UBA no otorga doctorados honorarios a fracasados sino a personas exitosas en lo suyo como Elena y Nicolae Ceausescu, Ernesto Laclau y Mirtha Legrand, Rafael Correa y Juan Carlos I de Borbón, Estela de Carlotto y Antonio Cafiero, amén de Charly García y otras luminarias más en serio. Los escritores y periodistas fracasados no tienen “padrinos de viaje” como tuvo Doctor Cobarde Fracasado, patrocinado en su visita a Buenos Aires por Aeropuertos Argentina 2000, Bodega Zuccardi, el lujoso hotel Casa Lucía, el Gobierno de la Ciudad y, razonablemente, su editorial. El diario La Nación (si bien da cada vez más lástima) no dedica cuatro páginas de su edición dominical a un Doctor Cobarde Fracasado a menos que éste sea un farsante mentiroso, es decir, un valiente exitoso.
Pero lo más irritante es que Doctor Cobarde Fracasado afirma sin pudor que “la Argentina fracasó con ese estrépito con que sólo un país puede hacerlo”. En América Latina hay sólo cuatro naciones fracasadas: Cuba (por la que Doctor Cobarde Fracasado todavía hoy suspira, como puede verse en la entrevista que le hizo Pedro Rosemblat), Venezuela, Nicaragua y Haití. La Argentina tiene muchos graves problemas y décadas de decadencia en muchos aspectos, pero al afirmar “Los datos son demasiado claros. A fines de 1968 (…) uno de cada 30 argentinos estaba ‘bajo la línea de pobreza’, y ahora es uno de cada tres: diez veces más” Doctor Cobarde Fracasado se mete en problemas. Más allá de quién y cómo se mide la pobreza, los gráficos estadísticos muestran que el primer gran salto incremental de la pobreza fue durante la dictadura militar. Que no cayó del cielo, sino que fue provocada deliberadamente por los Montoneros (con los que simpatizaba Doctor Cobarde Fracasado) y el ERP. Sería más honesto decir “fuimos muy exitosos en provocar el fracaso argentino, por interpósita manu militari”. Por otra parte, entonces los pobres se movían a pie, en bicicleta o en tren: hoy tienen una motito o una catramina de tercera o cuarta mano. Y todos, un celular. No se explica qué hacen 300 mil venezolanos viviendo en un país “fracasado”, ni porqué siguen llegando inmigrantes bolivianos, paraguayos y de otros países, amén de decenas de miles de rusos.
Pero más allá de los números y estadísticas, la experiencia personal demuestra que Doctor Cobarde Fracasado miente con descaro en la cara de la UBA que lo honorifica. Cuando volví a vivir a la Argentina tras 13 años fuera, a fines de los ‘80, al llamar por teléfono fijo a la comisaría de Escobar parecía estar llamando a la policía de Chichicastenango. Hoy llamás al 911, te atiende al instante una persona entrenada y si lo necesitás, en cuestión de minutos tenés un patrullero en la puerta de casa. Entonces la única policía femenina que existía era un poquito en la Federal de Buenos Aires, hoy todas las policías provinciales y la Gendarmería tienen mujeres. El trato policial de aquellos años tenía mucha herencia de la dictadura, hoy cambió radicalmente. También cambió mucho y para mejor la gestión municipal en casi todas partes del país, porque los intendentes comprendieron que si no cuidan el espacio público y mejoran la calidad de vida de los vecinos no ganan elecciones. Municipalmente hablando, es la Argentina de los ‘70 la que era un fracaso y la actual, un éxito.
Tampoco fracasó el país donde, en 2019, por primera vez en más de medio siglo un presidente no peronista pudo terminar su mandato. Y donde la provincia de Buenos Aires pudo elegir gobernadora a una mujer no peronista. O a un ex alumno del CNBA judío y más marxista que peronista.
Por supuesto, Doctor Cobarde Fracasado (que afirma “Hace 50 años los hospitales públicos atendían a la mayoría de la población; ahora sólo atienden a los que no tienen más remedio”) nunca se atendió en un hospital ni puesto sanitario público, que se multiplicaron no sólo en cantidad sino en calidad de atención. Doctor Cobarde Fracasado no sabe nada del avance que hubo en educación sexual de infantes y jóvenes ni tiene noticia de cuánto disminuyó la cantidad de adolescentes embarazadas. Tengo un seguro médico privado, pero todas mis vacunas antigripales y de Covid me las doy en un puesto sanitario donde me atienden al instante y todas las veces que tuve una emergencia con mis hijos fui al hospital público municipal donde nos atendieron de maravilla.
Doctor Cobarde Fracasado sigue mintiendo a propósito de la educación pública, si bien admite que su hijo fue a un colegio y una universidad públicas. Dice: “Hace 50 años sólo uno de cada diez chicos iba a la escuela privada; ahora, tres de cada diez –y sí, son los más ricos.” Esto último es falso. Mis dos hijos fueron tanto a escuela y colegio público como privado y sólo los saqué de la pública por los días perdidos por huelgas. La calidad edilicia y docente sigue siendo comparable a la de un país europeo y según mi hijo menor, el colegio público en el que cursa su último año de secundario (el privado se volvió para mí impagable) es mejor y más exigente que el privado. Por otra parte, basta ver los autos de los padres de la gran mayoría de colegios privados para ver que no son “los más ricos” sino clase media de matrimonios jóvenes.
Doctor Cobarde Fracasado tiene incluso el tupé de hablar de economía, de la que es completamente ignorante: si bien no leí más que una minúscula fracción de su voluminosísima obra, no tengo noticia de que alguna vez haya pensado distinto a CFK en cuanto a que el Segundo Principio de la Termodinámica no aplica a la Argentina, donde es factible el Perpetuum Mobile. Puede ser que “Hace 50 años el producto bruto per cápita argentino era la mitad del de Estados Unidos; ahora es un cuarto” (aunque allá hay casi un 20% de pobres): los peronistas y montoneros como Doctor Cobarde Fracasado contribuyeron significativamente a ello. En aquellos años “dorados” los ejecutivos de las empresas extranjeras se iban del país por temor a secuestros (y ejecutivos argentinos eran asesinados), algo que el entonces adolescente Doctor Cobarde Fracasado aplaudía con fervor. Doctor Cobarde Fracasado dice “Hace 50 años un 10 por ciento de inflación anual era un peligro; ahora sería un logro extraordinario”. ¿No sabe que en 1979 Estados Unidos tuvo más de 11% de inflación y en 1980, 13,5%? ¿8% en 2022?
Chamuya que “Hace 50 años la Argentina tenía 40.000 kilómetros de vías férreas que armaban un país; ahora no tiene 4.000 y muy pocos funcionan”: la red ferroviaria que nacionalizó su admirado Perón (su papá lo llevó a conocerlo en Guardia de Hierro) pertenecía a 5 distintas compañías que los trazaron radialmente convergiendo en el puerto e incluso con ¡cuatro! trochas distintas: lo que hizo Perón al comprarlos y crear EFEA fue una imbecilidad que se pagó muy cara y un enorme favor a la endeudada Gran Bretaña de posguerra.
Doctor Cobarde Fracasado macanea que “Hace 50 años la Argentina se autoabastecía en petróleo, gas y electricidad; ahora se endeuda para importarlos” y es falso: Argentina sólo se autoabasteció de petróleo en dos breves períodos durante los gobiernos de Frondizi y Alfonsín. Y gracias a petroleras extranjeras.
Doctor Cobarde Fracasado se transforma en un risible payaso cuando dice, otra vez más, que “Hace 50 años la Argentina fabricaba aviones y coches de diseño propio; ahora desequilibra su balanza de pagos para comprar autopartes y juntarlas –y de volar ni hablar”. Es la misma categoría de imbecilidad que repite una y otra vez el energúmeno Milei cuando afirma que Argentina alguna vez fue “primera potencia mundial”. Pero es más grave, porque cuando en 2017 Doctor Cobarde Fracasado publicó esa mentira en el New York Times en español le escribí un mail diciéndole que estaba diciendo tonterías y no sólo no contestó sino que volvió a publicarla en sus memorias y a repetirla en su doctoración. Aquí está la lista completa con la que se masturba Doctor Cobarde Fracasado, a quien por escribir semejantes estupideces definí hace años “onanista de la palabra”: el país de este pajero nacionalista aeronáutico “fabricó” aviones tan exitosos y memorables como el Mñanque, el Super Calquín, el Ñancú, el Colibrí, el Chingolo, el Clen Antú, el Huanaquero, el Constancia, el Pandora, el Guaraní, el Cóndor, el Naranjero, el Urubú, el Querandí, el Ranquel, el Mamboretá, el Carancho, el Pucará y el Pampa, sin olvidar los excelsos Pulqui I (diseño francés, incapaz de volar) y Pulqui II (diseño alemán, motor inglés, 5 prototipos de los cuales 4 estrellados). Ninguno de ellos tenía un motor argentino, ni armas, ni asientos eyectables, ni aviónica que no fueran importados. Además, cosa que no inquieta a Doctor Cobarde Fracasado, toda esta fantochada aeronáutica fue propugnada por el estatismo militar.
Rastrojero
Justicialista
Pulqui-II
Doctor Cobarde Fracasado también se masturba verbalmente diciendo que Argentina construía autos “de diseño propio”. En Argentina nunca se diseñó ni un motor ni una caja de cambios. En el Rastrojero lo único argentino era la madera de la caja, quizá ni la chapa de la carrocería. El Justicialista era copia de un Chevrolet con motor importado Wartburg. El tractor Pampa y la moto Puma eran modelos alemanes. El Torino 380W del doctor Antonio Caparrós tenía motor, caja, carburadores y chasis de diseño extranjero y lo fabricaban industrias extranjeras.
Doctor Cobarde Fracasado afirma que hace 50 años los autos se hacían en el país cuando el máximo histórico de piezas nacionales (bajo licencia extranjera) llegó a ser un 75% y hoy (como en todo el mundo, por otra parte, salvo China, Corea del Sur y Japón) redondea un 40%.
Doctor Cobarde Fracasado luego habla de fútbol y lo dejo, porque me dan risa los intelectuales que opinan de tal ridícula y delictiva actividad.
Pero enseguida vuelve a lo que mejor le sale, la mentira: “Hace 50 años los crímenes eran tan escasos que salían en los diarios; ahora son tantos que salen en los diarios.” Doctor Cobarde Fracasado ignora que Argentina hoy tiene la menor tasa de homicidios de las Américas, después de Canadá.
Es tal farsante falsario que dice “unas décadas antes, cuando algunos pensaron que no alcanzaba con exportar carne y trigo y decidieron impulsar industrias; ahora, soja mediante, somos de nuevo un campo bajo y festejamos si podemos vender unos limones o, con mucha suerte, unas arenas.” Doctor Cobarde Fracasado está hablando del país latinoamericano con más unicornios, donde los servicios son más del 50% del PBI y la industria, 4 o 5 veces más que la agricultura. Y como si no hubiera habido desindustrializazión en USA o la UE. Pero además, este país “fracasado” desarrolló una industria vitivinícola que hace 50 años era ridículamente mala y provincial y hoy es reconocida en todo el mundo. Lo mismo dígase de los aceites de oliva. O de los quesos y hasta de las trufas negras. Y qué decir de la hotelería y la gastronomía: hace 50 años el turismo extranjero en Argentina era mínimo y casi todo sudamericano y la calidad gastronómica y hotelera, acorde. Más aún, la “fracasada” Argentina se convirtió en líder mundial de la agricultura tecnificada, aquí se inventó la silobolsa. La minería, hace 50 años, no existía: hoy es un sector cada vez más importante de la economía. Sólo una cabeza flatulenta puede llamar “fracasado” a un país que exporta reactores nucleares como el CAREM y fabrica satélites y radares en el INVAP. Estos sí, de “diseño propio” e industria argentina.
Desopilante, Doctor Cobarde Fracasado afirma que “Sin ideas, sin debate, sin futuros, la Argentina, en nuestros años, se volvió un país reaccionario” y habría que preguntarle al co-autor de la voluminosa y muy vendida La Voluntad dónde, en esos miles de páginas sobre la guerrilla erpiomontonera, hay una sola frase de ideas o debate sobre aquellos años: el país “reaccionario” actual le debe mucho a aquellos “héroes” y a los autores de esa égloga acrítica.
Doctor Cobarde Fracasado se vuelve un monigote surrealista cuando dice “Y no son sólo los datos; lo brutal es que la vida de cada día se nos ha vuelto cada día más incómoda, más hecha de encontronazos que de encuentros, más disgustos que gustos, más impaciencia e impotencia que alegrías y satisfacciones. Conseguimos un raro grado de violencia cotidiana. No en los asaltos, no en las palizas; en las relaciones entre las personas, plagadas de maltrato, de insultos, de rencores.” ¿No se pregunta si no es su propia bigotuda cara la que provoca esas incomodidades, encontronazos, disgustos, maltratos, insultos y rencor? Porque basta ver los comentarios de lectores de los principales diarios argentinos en cualquier noticia sobre Doctor Cobarde Fracasado para constatar que 9 de cada 10 personas que gustan comentar noticias lo aborrecen: ningún otro escritor argentino logró eso. Andar por las calles de Buenos Aires con esa cara ha de provocar rechazo. Como guía de turistas extranjeros desde hace casi 20 años, jamás recibí un comentario negativo sobre el trato de los porteños y los argentinos, bien al contrario. Pocos escritores o periodistas argentinos deben haber viajado más que yo por el interior de Argentina: nunca tuve un disgusto y sólo encontré una bonhomía caballeresca rara en otras partes del mundo. Argentina es el país del “que le vaya bien”, del “qué le voy a cobrar”, de la “gauchada”.
El resto del discurso de Doctor Cobarde Fracasado no merece comentario, porque con muy endebles argumentos se sorprende de que hoy nos gobierne un energúmeno si bien lo verdaderamente sorprendente es que más de la mitad del electorado por fin parece reconocer que el Segundo Principio de la Termodinámica también aplica al territorio nacional. Fue Doctor Cobarde Fracasado quien aceptó ir a tomar cafecitos a la Casa Rosada con los dos presidentes que lo precedieron y con su quehacer o qué no hacer le despejaron el camino*. Digno habría sido rechazar esas invitaciones. Y también, haber evitado autodenominarse Cobarde Fracasado el mismo día en que lo apodaron “nuestro Balzac” y lo doctoraron, horroris causa.
Pero bueno, como decía el rabino, “cada uno hace lo que puede”. Así, yo escribo y firmo esta “Deprecatio”.
* No entiendo cómo hay quienes otorgan algún valor a los comentarios políticos de Doctor Cobarde Fracasado, más allá de su fallecido amigo Lanata. Una recopilación de ellos demuestra que rara vez o nunca embocó una. Recuerdo ahora la pavada que dijo antes de las elecciones que llevaron al poder a los infaustos Bifernández: “Cristina está para jugar con los nietos”. Hay muchas más, sólo basta tomarse el trabajo de buscarlas.