Cultivo casero de gírgolas (nota 1)
Troncos de sauce cortados con su sombrero
Tengo la suerte de tener casi media hectárea de parque arbolado y me encantaría que abundaran los hongos comestibles silvestres, pero no hay gran cosa. Me encantan los hongos (dejemos de lado a los champiñones) y los comería varias veces por semana si no fueran tan caros, frescos o secos porque en aceite de oliva no los encuentro. El precio de los hongos en Argentina es tan absurdo (¡cuestan más que la carne de vaca!) que me propuse intentar cultivarlos en mi parque, donde tengo un buen sector reparado del viento y sombreado por árboles.
Hice un curso virtual de cuatro clases sobre cultivo de gírgolas dictado por los doctores Edgardo Albertó y Santiago Jaramillo del Instituto Tecnológico de Chascomús, Buenos Aires. Y compré “Cultivo Intensivo de los Hongos Comestibles” de Edgardo Albertó que incluye, además de gírgolas, a otras especies. Gracias a ellos descubrí que la forma más natural y accesible para mí, en una quinta a pocos kilómetros de las forestaciones y aserraderos del río Luján, era sembrar gírgolas en troncos de álamo y de sauce verde, recién cortado.
Como me costaban lo mismo y fui a cargar los troncos en mi camioneta, hice mitad de sauce y mitad de álamo para probar por primera vez el “inóculo” que recibí por vía postal desde La Plata enviado por el Intech al precio, digamos, de dos kilos de gírgolas frescas. Envío que no puede ser menor a 5 kg: sembré unos 500 kg de troncos y me sobró una bolsa de medio kg que rellené con las virutas de sauce y álamo que hicimos al cortar con motosierra las rodajas, como se ve en las fotos. Lo mezclé bien en la bolsa, que pinché bastante para oxigenar y puse en oscuridad en lugar tibio de la casa a ver qué pasa.
La mayor complicación y gasto de la plantación fue hacer un cerco para que los perros no se metan.
Ahora mi expectativa está puesta en esos troncos de sauce y álamo que pedirán no sé cuántas semanas de oscuridad hasta cubrirse de micelio blanco. Entonces los liberaré del feo nylon negro de 200 micrones y quedarán expuestos al clima y la luz hasta que decidan fructificar, lo que también puede tardar semanas o meses y debería ocurrir en tres o cuatro oleadas hasta que al cabo de un año o dos, las gírgolas se hayan comido toda la madera de sauce y álamo. Dice el doctor Albertó que, mientras que no hay diferencia sensible en las gírgolas cultivadas en interior climatizado con distintos sustratos, las grises o Pleurotus ostreatus cultivadas en la intemperie sobre madera son más sabrosas y carnosas.
Ya sueño con mi honguera, asados y risottos de gírgolas y fritadas como raba pampeana… pero tendré que pacientar un tiempo fúngico hasta poder mostrar y narrar novedad al respecto. Babeo anticipadamente con ello.
(Continuará cuando los Pleurotus ostreatus decidan…)
Tronco sembrado con inóculo
Tronco sellado
Troncos de sauce (oscuros) y álamo (claros) listos para plantar
Troncos ya plantados, sauce al frente, álamo al fondo
Troncos espolvoreados con tierra de diatomeas para prevenir crustaceos e insectos
Troncos cubiertos con nylon