Diego Bigot giari
Hace unos días, un conocido y amigo de Facebook quien cató durante algunos años en mi guía de vinos reprodujo en su muro un artículo que me llamó la atención por su título (“The End of “Palestine”) de un tal Lee Smith publicado en Tablet Magazine y lo leí. Poco antes había visto la mierda que publicó el asqueroso Trumputin (presidente de los United Porn States of America) en su red social que sólo merecería una respuesta: un cartucho de gelinita en forma de dildo en el recto de su creador.
El artículo de Smith es indignante: está lleno de falsedades, distorsiones y mentiras para alabar la delirante idea del Trumputo de barrer con Gaza y los gazatíes y construir allí un resort del que el video citado arriba es ridículo y escalofriante ejemplo. El caradura Smith pretende que todo comenzó cuando en 1948 los cinco países árabes vecinos atacaron al recién nacido Israel. No dice nada de que cientos de miles de palestinos ya habían sido desplazados o expulsados desde años antes, ni de los gravísimos actos terroristas judíos que asesinaron cantidad de palestinos (y que naturalmente éstos replicaron). Acusa a los árabes de haber de haber elegido la guerra, cuando ésta ya había sido iniciada mucho antes en sordina por los colonos-invasores sionistas.
Esa porquería de autor escribe “Trump tiene razón en ver tanto a Egipto como a Jordania como miserables construcciones”. Dice que el presidente egipcio permitió a Hamas contrabandear armas a Gaza pero no dice nada de los cientos de millones de dólares que Netanyahu permitió con placer que les enviara Qatar, para fortalecer a Hamas y separarlo de Al Fatah. El vomitivo Smith desearía que el Trumputo reconociera la soberanía israelí sobre “Judea y Samaria”, el territorio de Cisjordania del Estado Palestino invadido por más de 700 mil judíos entre ellos los nazifascistas Ben Gvir y Smotrich, donde en el último año y medio asesinaron casi un millar de palestinos y todas las semanas matan algún niño, además de repugnantes actos de “supremacismo judío”.
Hay que ser muy sorete para escribir esto: “Mover a millones de gazatíes que repetidamente atacaron a sus vecinos israelíes fuera de lo que ahora es una destrozada zona de guerra es una inversión sensible en la clase de estabilidad que ayuda a la gente rica a volverse más rica” (…) “desplazar a los gazatíes fuera de Gaza es la única opción sana después de 14 meses en que ellos iniciaron una campaña de violación, asesinato y captura de de rehenes que derrumbó su propia casa sobre sus cabezas”. Ignoro cuántos cientos o miles de gazatíes participaron del ataque del 7 de octubre, pero no fueron 2 millones. Israelyahu respondió lanzando 20 veces menos bombas yankis (muchas de 1 tonelada) que las que USA-UK arrojaron sobre el III Reich en 5 años, cuya superficie era mil veces mayor que la de Gaza. Vimos a los tanques bibilandeses pasar sobre cementerios musulmanes, destruir toda tierra cultivada: ¿también allí, como en las escuelas, hospitales, mezquitas y monumentos históricos se ocultaban los de Hamas? Los 50 mil muertos civiles gazatíes (dos tercios mujeres y niños) equivaldrían, en Pornoestados Unidos, a más de 8 millones de muertos. Por eso el Crimen Ministro israelí es un prófugo de la Corte Penal Internacional.
El animal de Smith escribe: “Esta es la dura realidad: los Gazatíes, no sólo los miembros alistados en las brigadas de Hamas, libraron una campaña de exterminio con Israel y perdieron. En virtualmente cualquier otra época de la historia, salvo los últimos 75 años, habrían tenido suerte de perder sólo territorio y no tener su historia y lenguaje permanentemente borrados del libro de los vivientes”. Este pelotudo demencial concluye su asqueroso artículo diciendo que los palestinos deberían agradecer no sólo a su hacedor sino también la “generosa oferta” de Trumputo y su “innovativa misericordia”.
Tras leer toda esa mierda, comenté indignado en el muro del posteador algo que ya había escrito en mi blog (“El Mileidiota y el Trumputo me rejuvenecen”): “Me cuesta creer que jamás Bibilandia aceptará el delirio trumputo de deportar a dos millones de gazatíes fuera de su tierra. Pero si lo hiciera, mi actual inclinación por la única solución posible de los dos estados cambiaría por otra: la destrucción total de Bibilandia y un sólo estado árabe palestino del río Jordán hasta el mar Mediterráneo. Y que esos judíos nazifascistas se las arreglen en otra parte del mundo, porque se la buscaron.” (sobre la evolución de mis opiniones respecto al conflicto medioriental pueden verse aquí estas notas).
El posteador (que es judío estadounidense y con frecuencia postea citas y fragmentos del Torá) se ofendió. No supo, no pudo o no quiso responder a mi argumento con otro y lo borró. Pero me escribió por Messenger acusándome de “bigotry”, que según mi viejo Simon and Schuster’s sería “fanatismo, intolerancia” y no me ofendió en absoluto, lo consideré un halago. Porque “bigot” (que tanto se parece a mi apellido) es “fanático, persona intolerante o guiada por prejuicios” y eso es exactamente lo que soy en relación a los trumputines y a ese 60 o 70 % de bibilandeses que según se lee simpatizan con la delirante idea de Mar-a-Gaza.
Es que entre los bibilandeses quedan cada vez menos israelíes respetables, como el general Yair Golan con su pequeño partido Hademokratim, el historiador Yuval Harari, los periodistas del Haaretz, el Jerusalem Post y el Times of Israel. Si ellos (cosa improbable) triunfaran, Israel vivirá.
Si en cambio Bibilandia construyera Mar-a-Gaza, es seguro que durante décadas cientos de miles, quizá millones de terroristas palestinos estrellarían aviones y drones, colocarían bombas e incluso contaminarían con plutonio esa pesadilla trumputa, aunque quizá yo ya no esté para brindarles mi simpatía y aplauso.
Acabo de ver el documental Tantura de Alon Schwarz (Israel, 2022) que demuestra, contra lo que arguye el falsario Smith (¡y también quien difunde sus mentiras!) que en 1948 hubo al menos un Einzatsgruppen SS judío llamado Brigada Alexandroni que en ese próspero pueblo palestino playero actuó como los nazis con casi todos los hombres y algunas mujeres. Fusilaron a sangre fría a unos 280 y los enterraron en una fosa común, deportaron a los demás y se adueñaron del lugar.
El documental también ilustra cómo, desde Ben Gurion en adelante, Israel quiere construir su historia no sobre el reconocimiento de sus crímenes como lo hizo Alemania Democrática tras el nazismo sino falsificando y ocultando la verdad, además de perseguir a quienes quieren revelarla.
Por eso hay cada vez menos admirables israelíes y cada vez más repugnantes bibilandeses. La verdad os hará libres y la mentira, esclavos.