El Trumputo y el Mileidiota me rejuvenecen
Portada de la revista Caras y Caretas. 17 de diciembre de 1904
Nunca esperé nada bueno de las presidencias del Trumputo en Estados Unidos y del Mileidiota en Argentina. Sin embargo, con el correr de las semanas en un caso y los meses en otro, descubro que al menos en mí, tienen un inesperado efecto benéfico: me rejuvenecen.
Tengo 68 años y hace alrededor de medio siglo que dejé de preocuparme y de acusar al imperialismo yanki. Claro, ayudaron a eso la tremenda paliza que les dieron los vietnamitas y verlos escapar a las apuradas de Saigón, también la presidencia Carter poniéndole puntos sobre las íes a los milicos argentinos, los atentados del 9/11, la presidencia Obama y su visita a Cuba, la patética y cobarde retirada de Afganistán con el presidente Biden.
Pero ahora llegó el Trumputo a hacerle bullying al mundo entero. Quiero Groenlandia, quiero el Canal de Panamá, quiero como estado 51 a Canadá y si te descuidás, quiero más Nuevo Nuevo México. Como además es Trumpelotudo, ahora quiere también la franja de Gaza y los bibilandeses más nazifascistas, encantados. Parece un payaso militar argentino que pierde la guerra pero obliga a llamar Malvinas a las Falkland y Puerto Argentino a Port Stanley: el Trumputo pretende rebautizar al Golfo de México y los sobapollas de Google Maps le obedecen…ojalá sólo por 4 años.
Mi antiimperialismo yanki sube como espuma de cerveza y me rejuvenece, volviéndome a mis dieciocho. Y como suele suceder en toda situación violenta, los enemigos de mi enemigo de pronto se vuelven mis amigos. Detesto al régimen chino como el peor de los mundos (hipercapitalismo salvaje y dictadura comunista total) pero comienzo a desear que hagan hocicar y morder el polvo al Trumputo imperialista. Por causa de Ucrania y mi rusofobia todavía no simpatizo con Rusia pero desde ya deseo que sus 6 mil ojivas nucleares sirvan para marcarle un límite infranqueable al Trumputo y su imperialismo cagón y maricón, porque no tendría jamás el coraje de llevar a 50 mil estadounidenses a la muerte como en Vietnam. Hace imperialismo con aranceles, hasta ahora. Si tirara un manotazo militar a Panamá o Groenlandia, hago votos para que Rusia, China y la Unión Europea junto a América Latina y el mundo entero corran a los yankis a patadas en el culo. Si además llegara a manotear Gaza lograría un milagro: transformarme en un simpatizante de Hamas y de toda organización terrorista palestina o árabe que ataque a los Estados Unidos.*
Y acá tenemos al Mileidiota. Idiota** porque ninguna persona inteligente (y menos un presidente) se embarca en batallas que no está seguro de ganar. Pero el Mileidiota, en vez de ocuparse de lo importante que en su caso es la economía, se engreyó al punto de creerse la espada mundial de una “batalla contra el marxismo cultural” que lo verá ineluctablemente derrotado y humillado. Jamás ganará porque evidentemente ni él ni los patitos feos que lo siguen tienen la menor idea de lo que tienen enfrente. Son tan brutos que no saben que el secretario del tesoro del Trumputo es gay y está casado con dos hijos adoptivos y que la germánica lideresa de la neonazi AfD es lesbiana feminista y con su mujer tiene dos hijos también. Monito del Trumputo, lo sigue fuera de la OMS de la que no debe tener siquiera una pálida idea de qué es. Durante la pandemia el veleta estaba a favor de lo que hoy lo trumputiza.
El Mileidiota va a salir de la “batalla contra el marxismo cultural” con un culo de mandril, para decirlo con sus palabras. Ya le metieron un pepino por ahí cuando en Davos, mientras leía imbecilidades, Larry Fink el fundador y CEO de BlackRock (quien maneja capitales equivalentes a 14 veces el PBI argentino, tiene muuucha plata invertida en Argentina y escribió uno de sus papers anuales sobre cambio climático) y era el más importante de los pocos que fueron a escucharlo en una sala semivacía, se hartó, se levantó y se fue, dejándolo masturbarse verbalmente frente al mundo, pero en soledad.
Así es como mi socialismo en sangre, que venía declinando paulatinamente en las últimas décadas, gracias al Mileidiota está subiendo siempre más y no te digo nada de mi “marxismo cultural”.
Es incluso posible que en las próximas elecciones, si Macri y los suyos no tienen huevos para hacer lo que deben, con todo el asco que me daría, quizá sería capaz de votar a CFK por primera y espero última vez en mi vida. Es que hay que darle al mandril lo que es del mandril. Como escribió Luis Alberto Romero en Seúl (“La seda y la bosta”) en el terreno institucional y cultural es preciso que al Mileidiota “le vaya mal, muy mal”.
*Me cuesta creer que jamás Bibilandia aceptará el delirio trumputo de deportar a dos millones de gazatíes fuera de su tierra. Pero si lo hiciera, mi actual inclinación por la única solución posible de los dos estados cambiaría por otra: la destrucción total de Bibilandia y un sólo estado árabe palestino del río Jordán hasta el mar Mediterráneo. Y que esos judíos nazifascistas se las arreglen en otra parte del mundo, porque se la buscaron. Bibilandia arrojó en 15 meses unas 20 veces menos bombas yankis que las que USA-UK arrojaron sobre el III Reich en 5 años, cuya superficie era mil veces mayor que la de Gaza.
**Empleo el adjetivo idiota no en el primer sentido que le da el Diccionario de la lengua española (“tonto o corto de entendimiento”) sino en el segundo, que calza mucho mejor al energúmeno de marras: “Engreído sin fundamento para ello” y cuyos sinónimos son “presuntuoso, petulante, fantasma”. Y empleo “puto” no en el sentido de “sodomita” sino como adjetivo utilizado como antífrasis, es decir “para ponderar” como en “¡Qué puta suerte tiene!”.