Extraño a Lanata
Es más bien raro, porque no éramos amigos. Me lo habré cruzado tres veces: en un cumpleaños de Juan Forn, en otro de Martín Caparrós y una vez en su programa de radio cuando me entrevistó por mi libro Guarangadas K.
En la vida, habremos cambiado no más que algún centenar de palabras. Ninguno de sus libros (los que leí) me impactó. Tampoco su columna sabatina en Clarín me interesaba demasiado. Nunca lo vi por televisión porque no uso ese aparato pero gracias al streaming a veces veía cachitos de algo suyo que me despertaba curiosidad. Sí que lo miraba cuando denunciaba a aquella chorra loca que sufrimos de bipresidenta y vice. La radio sólo la escucho cuando estoy manejando rumbo a la ciudad o de regreso y a veces lo oía un rato. Me fastidiaba verlo fumar y escucharlo decir groserías. Me resultaba insoportable en esa media hora de boludeo en los pases radiales. Me daba un poco de pena cuando lo veía hacer PNT. Me agradaba su mirada tristona. En la biografía que escribió Luis Majul (que no compré, me la regalaron en su editorial) no hallé nada que me lo volviera admirable o memorable. Su forma de vestir y algunas de sus poses públicas me provocaban risa o rechazo. Y siento un epidérmico desdén por los famosos, en particular aquellos que surgen de la pantalla. Que llamo cloaca a cielo abierto.
Así, no están muy dadas las cosas como para que extrañe a Lanata. Dan fe las otras dos notas anteriores que le dediqué en este lugar. Pero debo admitir que me falta, como me faltaron Olmedo y Bores tras sus muertes. Durante un tiempo, es claro. Echo de menos la voz de Lanata, aunque no tanto como para ir a buscarlo en Youtube. Estimo que al mandrileón le hacían falta muchos más años de Lanata. Siento que dejó un buraco, que fue una estupidez suya matarse tan pronto con el pucho. Morirse tan largo y tan despacio.
Aunque no lo viera ni escuchara ni leyera, me gustaría y tranquilizaría saber que está ahí por la mañana en AM790 de Clarín, los sábados en el diario de Clarín, los domingos en el canal 13 de Clarín. Así, parece que se hubiera ido a vivir de ermitaño a una isla remota y desierta…y no se la creo para nada.
Ni yo mismo lo entiendo, pero extraño a Lanata.