Guido Morselli y la muchacha del ojo negro
Reproduzco aquí el prólogo que escribí para esta novela que traduje con estremecido placer, consciente de que era un pequeño pero importante aporte a la difusión de la literatura italiana en castellano.
Guido Morselli (1912-1973) es quizá el escritor más trágico de la literatura italiana del siglo XX. La vida de los escritores suele carecer de dramatismo y quizá por eso escriben. Pero la de Morselli fue una vida dramática, oculta tras la fachada de un origen acomodado en la burguesía boloñesa, si bien criado en Milán. Desde muy joven sintió la succión de las letras, que era lo único que le interesaba: leer y escribir. Terminó con retraso y sin entusiasmo el secundario y por orden de su padre (con quien siempre se llevó mal) tuvo que estudiar leyes y trabajar, sin interés, en una empresa paterna. Fue muy afectado por la temprana muerte de su madre (cuando él tenía 12 años) y luego, de su querida hermana mayor. Asegurado su pasar con un vitalicio que le otorgó su progenitor, tras el servicio militar Morselli se dedicó a viajar y a escribir. Durante la segunda guerra mundial fue enrolado y enviado al frente africano. En sus Diarios hay testimonios de esta experiencia. Tras la guerra, recluido en una sencilla casa de campo que su padre le construyó en Varese, Morselli se dedicó (además de ocuparse de la tierra y la casa) a escribir artículos, ensayos y relatos que comenzó a publicar, sólo en mínima parte y sin mayor fortuna, en diarios y revistas de provincia. Entre ellos, un ensayo sobre el suicidio. En su biblioteca había grabado las palabras del Evangelio según Mateo, “etiamsi omnes, ego non” (“incluso si todos, yo no”).
En los años 60 comenzó a escribir novelas, nunca muy largas: fueron más de media docena y todas siempre rechazadas por las principales editoriales italianas. En 1966 la editorial Rizzoli aceptó publicar Il Comunista (un año antes devuelta por el director editorial de Einaudi, Italo Calvino, con una dura crítica) pero cuando ya estaba en pruebas, cambió el director editorial y se canceló la publicación.
Políglota, dotado de una vasta cultura fruto de sus lecturas, en sus ensayos, diarios y novelas Morselli despliega un abanico de intereses que iban de la teología y la religión a la filosofía y la política, la historia y la naturaleza, la existencia humana y la mujer: una de sus novelas, Incontro col comunista, está escrita en primera persona femenina. Pero estos textos, algunos históricos y otros de ciencia ficción o ucrónicos, no se aproximaban al común de la novelística italiana de aquellos tiempos. Dissipatio H.G. (por Humani Generis) fue la última que terminó y que tras ulteriores rechazos editoriales, provocó su definitivo encuentro con aquella que en varios de sus textos (en estas páginas también) llamaba “la muchacha del ojo negro”: una Browning 7.65. Tras su suicidio se desató un debate acerca de los escritores ignorados en vida: lo aprovechó la editorial Adelphi, que publicó al año siguiente la ucronía Roma senza papa y en años sucesivos, toda su obra. Fue de alguna manera una reparación ya que uno de sus tres fundadores, Luciano Foà, en 1956 en la editorial Einaudi había perdido el original de un ensayo de Morselli que no fue hallado nunca más. Al matarse, estaba escribiendo otra ucronía llamada Uonna (de Uomo, hombre y Donna, mujer) sobre un mundo sin diformismo sexual humano.
Tras publicarse su obra póstuma, una asombrada crítica descubrió en Morselli no sólo una pluma brillante, aguda e inteligente, dotada de gran humor; también un don para elaborar tramas y desarrollar a sus personajes y paisajes o recrear atmósferas históricas o de ficción así como una rara riqueza de vocabulario no sólo italiano, como podrá apreciar el lector de estas páginas: las numerosas expresiones en otros idiomas aquí no llevan una traducción porque el original italiano tampoco las tiene y porque, como el traductor ha comprobado, todas pueden fácilmente traducirse con ayuda de un celular o computadora e internet. Hoy es considerado uno de los escritores italianos más descollantes del siglo pasado. Sus novelas fueron traducidas al alemán, inglés, francés y polaco. Al castellano, se tradujeron Divertimento 1889 y Roma sin papa. Ésta es la primera traducción a nuestro idioma de Dissipatio H.G., ya publicada en francés, alemán, polaco y recientemente en inglés.