La Barraca Peña y su museo del “galeón”

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Plano donde se ve la barra del Riachuelo donde hoy es Puerto Madero

Al 3000 de la costanera riachuelense Pedro de Mendoza, casi frente al puente levadizo que lleva el mismo nombre, está la Barraca Peña que hace pocos días conocí junto a su director, el doctor en arqueología Marcelo Weissel. Todo comenzó en 2008 en Puerto Madero, cuando se excavaban en un terreno de 5.000 metros cuadrados los cimientos de uno de esos casi siempre feos edificios de 5.000 dólares el metro cuadrado. Dado que sabía que era muy probable que en dicho lugar, que correspondía a la barra del Riachuelo, se hallara algo, Marcelo Weissel estaba allí con los ojos bien abiertos y un día, a 10 metros de profundidad, apareció un cuello de botella. Pueden imaginarse la infelicidad típicamente romana (pero infrecuente en estos lares) de los arquitectos y constructores cuando tuvieron que detener la excavación y proceder con cautela arqueológica, hasta constatar que habían tenido la desgracia de toparse con lo que el ex director del Museo Histórico Nacional Juan José Cresto llamó un “galeón español” (“Descubren un galeón de 300 años en Puerto Madero”, La Nación, 30/12/08). Según el artículo, allí estuvo el entonces gobernador de la ciudad, el mentiroso Mauricio Macri, quien mintió que “Estas cosas nos enriquecen y entre todos tenemos que hacernos cargo de cuidar nuestra historia”, lo cual se contradice con lo que hizo luego al respecto. Y además volvió a demostrar su reducido espesor cultural, cuando se le preguntó si podía haber allí un tesoro y respondió “Ojalá, así hacemos más obras para los porteños”. Macri se habría gastado doblones de oro en pavimentar empedrados. Pero no los había. Tampoco hubo dos millones de dólares para solventar lo que habría costado el tratamiento de la madera del casco y sus piezas de metal a fin de que el pecio pudiera conservarse a contacto con el aire, incluso bajo techo, así que en 2010 se lo desplazó sobre una estructura metálica y fue enterrado en La Boca, en un terreno contiguo a la Barraca Peña, que es uno de los 4 sitios arqueológicos de la ciudad de Buenos Aires.

En uno de los edificios de la década de 1860, el que está en mejor estado, Marcelo Weissel con el museólogo Eduardo López y muy poco o ningún presupuesto se las ingenian para poner en valor y mostrar a los visitantes varias de las piezas recuperadas de aquella nave que galeón no era, sino una fragatilla o patacho de 28 metros de eslora y 120 toneladas de desplazamiento llamada Nuestra Señora de los Reyes y propiedad de su capitán Cristóbal Aguerri. Quien llegó a Buenos Aires hacia 1682 u 83 con un cargamento variado y trayendo las órdenes reales de devolver la Colonia del Sacramento a los portugueses. El barco descargó no menos de 500 botijas probablemente cargadas de aceite o aceitunas, además de hierro, y tras ello fondeó frente a la barra del Riachuelo con intenciones de volver a él para hacer trabajos en el casco, pero lo agarró una sudestada que lo hundió. Su armador y capitán usó sus tres palos y todo lo que pudo recuperar para construir otro barco con el que volvió a España un año después. En Barraca Peña pueden verse, además de piezas de madera del casco, un cañón de los 16 que tenía, botijas, cabos, corales (que quizá se usaban como cal) y 10 toneladas de piedras que traía como lastre.

Con un poco más de presupuesto, Barraca Peña podría ser un atractivo más de una ciudad que no destaca por su amor al pasado: demolió todo el viejo fuerte español, la aduana de Taylor, la Recova de Plaza de Mayo y casi todo el Cabildo donde comenzó la Nación, entre tantas otras cosas…

Interior de la Barraca Peña

Marcelo Weissel junto a un cañón de la fragatilla que aguarda su restauración

Sitio donde fue enterrada la fragatilla

Foto de la nave en su sitio original

Techo de la Barraca Peña

Un edificio de la Barraca Peña que aguarda su apuntalamiento

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