La llamada
Silvia Labayru en Marbella, foto de Diego Bigongiari
Hace mucho tiempo que no devoraba un libro de 400 páginas en dos días, quedándome hasta la madrugada leyendo y dejando de lado todo menos lo fisiológico. Es que “La llamada” de Leila Guerriero no sólo está muy bien escrito: trata sobre la vida de una persona a la que conozco desde que teníamos 12 años y nos preparábamos para ingresar al Colegio Nacional Buenos Aires. Aparezco en esas páginas con nombre y apellido dos o tres veces y sin nombre otro par de veces, y conocí o conozco a la mayor parte de las personas que nutrieron esa historia. En la vida, nunca me había pasado que un libro me tocara tan de cerca y movilizara tantos recuerdos.
Es la historia de Silvia Labayru, quien estuvo presa en la ESMA un año y medio y allí tuvo a su hija Vera. En 1977, yo creí que Silvia estaba muerta y escribí y publiqué en un semanario italiano una carta de denuncia y un poema (que Guerriero reproduce parcialmente). Un par de años después, fue muy conmovedor ser uno de los “pocos otros” que voló hasta Marbella para verla de nuevo, con vida y su pequeña hija además de su marido de entonces (que nunca me cayó bien). La foto que acompaña estas líneas la tome yo, en esos días.
Nos vimos otras veces, a lo largo de los años. La primera vez que me contó lo que había pasado en la ESMA fue en su departamento en Madrid, donde le dije que tenía que escribir o narrar su historia. Todavía conservo el ejemplar de “Recuerdo de la muerte” de Miguel Bonasso que me dio para leer. Es una gran fortuna, para ella y para la memoria colectiva de lo que pasó en los años de plomo argentinos, que Silvia se haya por fin decidido a contar y que lo haya hecho con alguien con el talento y sensibilidad de Leila Guerriero. Así, el libro suma dos aristas portantes: por un lado, la franqueza crítica (y autocrítica) de Silvia respecto a la militancia, al cautiverio, a los años de exilio y los exiliados, a los actuales espacios y eventos de la “memoria”: este libro es, en este sentido, mucho más incisivo que el hagiográfico y acrítico “La Voluntad” de Caparrós y Anguita, que un buen editor podría haber reducido sin pérdida alguna de cuatro a tres o incluso dos volúmenes. Por otro lado, la multiplicidad de miradas y testimonios que recogió laboriosamente Guerriero ofrece una caleidoscopía, unas refracciones, reflexiones, difracciones, dispersiones y polarizaciones del luminoso lenguaje tales que atraparán al lector y a mí, que conocí de cerca la historia y su protagonista, me abrieron una nueva imagen de Silvia Labayru: cantidad de cosas de su vida que desconocía y otras características suyas, (que conocía y me producían dolor hace medio siglo, fastidio hace alguna década y hoy perplejidad) descubrí con alivio que ella es así con todos. Y con todos sus defectos, la persona que surge de las páginas de este libro es alguien de una admirable resiliencia y vitalidad.
Políticamente, lo que “La llamada” me demostró es la inagotable capacidad de los argentinos para la chambonada. Si se lo piensa bien, toda la historia argentina desde el primer peronismo en adelante y hasta la surrealista actualidad no fue más que una ininterrupta sucesión de chambones y chambonadas. En este libro, chambones fueron los montoneros (¡tener hijos en la guerrilla urbana!), chambones los militares (¡dejar salir a algunos detenidos ilegales e incluso viajar al extranjero!), chambones los exiliados en Madrid, chambones los que gestionan la ex ESMA y el aparato de la “memoria”. La Argentina es una gran chambonada. Que, inexplicablemente, da personas admirables como Silvia Labayru y escritoras formidables como Leila Guerriero.
ADDENDA: releo cuanto arriba y veo que faltan dos palabras clave para describir mi ver sobre el testimonio de Silvia: valentia, coraje.
Otra chambonada: véase que en España el libro cuesta 20,9 euro y en Argentina 32.500 pesos, que son unos 29 euro. Con costos argentinos hay que ser muy chambones para no lograr imprimir el mismo libro al mismo precio o incluso menor.
¡No un 30% más caro! ¡Qué chambonada la de Anagrama!
Hola! estoy leyendo el libro (el cual no puedo parar de leer) y me encuentro buscando el poema tuyo que menciona en la página 238. ¿Cuál es el poema? me gustaría leerlo.
Gracias!
Magdalena, está publicado en la siguiente nota.