Por la demarquía
Los politisaurios ya empezaron a querer fastidiarme la vida con su revulsiva propaganda. No voy a mirar ni escuchar a ninguno. Mi voto ya está decidido: anulado, escribiendo en la boleta ¡DEMARQUÍA!
“El capital privado tiende a concentrarse en pocas manos, en parte debido a la competencia entre los capitalistas, y en parte porque el desarrollo tecnológico y el aumento de la división del trabajo animan la formación de unidades de producción más grandes a expensas de las más pequeñas. El resultado de este proceso es una oligarquía del capital privado cuyo enorme poder no se puede controlar con eficacia incluso en una sociedad organizada políticamente de forma democrática. Esto es así porque los miembros de los cuerpos legislativos son seleccionados por los partidos políticos, financiados en gran parte o influidos de otra manera por los capitalistas privados quienes, para todos los propósitos prácticos, separan al electorado de la legislatura. La consecuencia es que los representantes del pueblo de hecho no protegen suficientemente los intereses de los grupos no privilegiados de la población.”
Albert Einstein, “¿Porqué el socialismo?”, 1949.
La tóxica macristina no será substancia de las próximas elecciones y ya es algo para celebrar. Uno parece que acabará uniéndose al bufo Milei, demostrando así acabadamente el nulo espesor humano, cultural e intelectual que se le atribuye y dejando en ridículo a quienes sostenían que era un “desarrollista”, un moderado centrista, o el peronista light que trasoñó Duhalde antes que Kirchner, después de Reutemann. La otra acabará en prisión domiciliaria, el único destino que cabe a individuas de su trayectoria.
Para las personas decentes, lo que se está perfilando para votar en las primarias se puede resumir en la elección entre un plato de mierda, dos platos de mierda o tres platos de mierda. Los más razonables eligen comer uno sólo. Los hay que se quieren tragar los tres.
Dado que el programa del próximo gobierno es un severo ajuste económico que ya está decidido e impuesto por la realidad, estas elecciones primarias y las generales son irrelevantes. Argentina irá al quirófano y elegir al cirujano es un detalle menor porque la cirugía es una sola.
Que el artículo 38 de la Constitución Nacional (que basa nuestra democracia en los partidos políticos) se volvió abstracto e inaplicable lo demuestra que en todos los “partidos” sucede lo mismo: o son sellos de un sólo político (Massa, Carrió, Milei) o son sellos donde sólo se disputan ambiciones personales de poder (PJ, UCR, PRO) sin que los afiliados tengan nada que opinar. Un dedo vale más que un millón de afiliados. Y la guita para propaganda nunca se sabe de dónde sale.
Los gobernadores y los intendentes, de cualquier color, son la demostración en acto de que la política no existe más: es una simple actividad extractiva y delictiva, crimen organizado para explotar a la sociedad. Como bien anticipó Einstein hace más de 70 años, “bajo las condiciones existentes, los capitalistas privados inevitablemente controlan, directamente o indirectamente, las fuentes principales de información (prensa, radio, educación). Es así extremadamente difícil, y de hecho en la mayoría de los casos absolutamente imposible, para el ciudadano individual obtener conclusiones objetivas y hacer un uso inteligente de sus derechos políticos.” Esto incluye naturalmente a los multimillonarios K.
Es hora de acabar con la política y los políticos profesionales. Pero no con la democracia republicana, que debemos defender y asumir los ciudadanos eliminando las elecciones y los sátrapas y estableciendo, al modo de la vieja Atenas, la representación por sorteo.
Anular el voto escribiendo en cualquier boleta ¡DEMARQUÍA! es el primer paso.
¡Viva la demarquía! ¡Abajo la política profesional! ¡Por una Argentina libre de políticos! ¡Vamos a anular el voto!