Quienes leyeron las tres notas precedentes ya saben porqué detesto a Rusia, a los rusos (que no son opositores, presos políticos o exiliados) y a casi todo lo ruso.
Aunque habito a 12.800 kilómetros de Kiev, desde el 24 de febrero de 2022 mi vida cambió. Mi existencia ya había sido cambiada a mediados de 2019 por un cáncer de pulmón avanzado y en marzo del [...]