Siempre glosando –como en la nota anterior– el magnífico libro de Orlando Figes (“La tragedia de un pueblo. Una historia de la revolución rusa”) en traducción mía del inglés, leo que tras las [...]
Tras el colapso de la U.R.S.S. y la apertura de los archivos soviéticos y del ex bloque comunista a los historiadores, la figura de Stalin quedó reducida a la misma dimensión que la de Hitler.
Estoy leyendo una biografía (“Putin: his life and times” de Philip Short) a la que ya llegaré, pero que no hace más que confirmar y reforzar mi ya bastante explicada rusofobia.