TRUMPATOTEANDO A CANADÁ, CON OJOS ARGENTINOS DE ALLÁ
A los argentinos no debería sorprendernos, al menos a los mayores de 30 que recordamos cuando el presidente argentino Néstor Kirchner, sin vergüenza, lideró personalmente la aberrante patoteada al Uruguay. Y debió ser alguien conocedor de la historia estadounidense quien dijo: “no es aconsejable ser enemigo de los Estados Unidos, pero es mucho más riesgoso ser su amigo”. Vivimos tiempos muy extraños, en los que un deleznable como el Trumpirata, tras hacer todo lo que hizo, pudo ser reelecto con 77 millones de votos. Y hay personas que uno considera cultas e inteligentes que no ven nada inmoral en que el hombre más rico del mundo (también de los más imbéciles) y para colmo extranjero sea puesto a cargo de despedir empleados del Estado federal.
Es que hay que ser muy Trumpánfilo para creer que con barreras aduaneras se hace crecer un país. O Trumperonista. Además, el Trumpalurdo puso tarifas descomunales a sus dos socios más cercanos geográfica y políticamente, aquellos con los cuales el mismo Trumpatán había firmado un tratado de libre comercio. Pero el Trumpedorro, se sabe, sufre de flatulencias mentales. Como un Trumpelele o un Trumpirujo, llama “gobernador” al primer ministro canadiense que a su vez, con mucho más rigor, podría llamarlo felón y convicto. No hace falta decirlo: todos los sufijos que acompañan arriba y abajo al apellido del presidente felón son de mi autoría, no de los entrevistados.
Perdón. Tenemos una prohibición temporaria en los de vuestra clase
Mi primo Marcelo Sagel, quien vive allí desde hace veinte años, es ciudadano canadiense y piloto de aviones de pasajeros, me cuenta que esto sucede porque en su percepción y en general, los estadounidenses son más brutos que los canadienses. Que los neoyorquinos, bostonianos o californianos tienen mucho más en común con ellos que los de Alabama, Mississipi, etcétera: el gran reservorio de trumpelones y trumpelmazos. Me dice también que Canadá tendría mucho más de qué quejarse por la cantidad de inmigrantes ilegales y armas de contrabando que entran desde el vecino del sur, el del Trumpillo. Al que los canadienses no lo toman en serio. Pero en efecto bajó el turismo a Estados Unidos y una compañía aérea canadiense hizo una promoción con 25% de descuento en todos los vuelos, salvo aquellos a Estados Unidos. Estima que las frutas y verduras que venían de California se encarecerán y observa que los canadienses, en previsión de tiempos difíciles, frenaron compras, viajes y gastos postergables. También piensa que Canadá haría bien en disminuir su relación comercial con Estados Unidos y profundizarla con Asia, Europa y Sudamérica.
Canadá no está a la venta
Marina La Forgia, sommelier y periodista que además hace trabajo comunitario, vive desde hace ya varios años en Quebec, el Canadá francófono. Dice que los canadienses, si bien tienen sus ideas políticas, no son fanáticos como podemos ser los argentinos. Y que hay muchos conservadores que incluso simpatizan con las ideas del Trumpendejo. Cuenta que mucho de lo que consume en su vida cotidiana viene de Estados Unidos pero más todavía de China. Que ya desde antes nunca iba de compras a Walmart y en lo alimenticio le gusta aprovisionarse con todo lo que hay de otras partes del mundo. Ve que cadenas de cafés se anuncian 100% quebecois (¡no canadienses!) y hay una movida muy fuerte para no comprar mas productos yanquis, sobre todo contra Amazon. El monopolio provincial de alcoholes (SAQ) retiró todos los vinos de Estados Unidos y además los bourbon, el Bacardi y las vodkas yankis. Su equivalente en la provincia de Ontario (LCBO) hizo lo mismo y así también los respectivos monopolios de Columbia Británica, Manitoba y Nueva Escocia. Pero, dice Marina, los canadienses no están enojados y se matan de risa con la idea de ser un estado de Estados Unidos, burlándose de los comentarios del Trumpayaso. Ríen incluso aquellos canadienses más conservadores que aprecian las políticas del Trumpenseque.
Y Marina Fola, que trabaja en publicidad y vive en Toronto desde 2019, me cuenta que con Trumpendón no le sorprende nada. Ahora en el supermercado todos los productos locales tienen un letrero que reza “Proudly Canadian”. Y probablemente el efecto se sentirá más en los precios de las frutas y verduras, aspecto en el que todos los entrevistados coinciden. Y hará subir precios y costo de vida. Pero Marina Fola cree que Trumperdis “olvida que Canadá es parte del Commonwealth y Reino Unido está detrás”.
Lo que Trumpelotudo no entiende
En los medios hay muchos artículos sobre el asunto, que ya tuvo una previa años atrás, siempre con Trumpelanas. Algunos explican a los consumidores cómo boicotear. Porque por ejemplo, el estadounidense ketchup Heinz se hace Canadá con tomates canadienses. Leo que lo mismo vale para las papas Lay’s o los jeans Levi’s, que tienen mucho de producto local. Así, aconsejan apuntar a los productos y no a los comercios ya que Walmart o Costco, bien yanquis, venden muchos productos canadienses.
Justo en estos días el Trumperdulario, ya más bien un Trumpicio y un Trumpijo, lanzó su andanada global de tarifas que sí, puede complicar la vida de los canadienses, los mexicanos y mucha gente más en todo el planeta. Pero sobre todo le hará mucho y merecido daño a los Estados Unidos, con la inestimable ayuda del hombre más rico y estúpido del mundo. Así, mientras dure la Trumperdición, Estados Unidos se irá paulatinamente a la Trumputa madre que lo Trumpareó, hasta Trumputinizarse del todo.
Trumplandia mejor distribuida
https://www.theatlantic.com/newsletters/archive/2025/04/buy-canadian-movement-trump-protests-america/682309/?gift=XPJG3sGDfG5Hh7mGPZ1ZJJ7CBN1sMm7qrwQ_sWfJnOg&utm_source=copy-link&utm_medium=social&utm_campaign=share
Lo recomiendo, es así como Trumputo la obtendrá toda por delante y por detrás, como merece.