¡VIVA EL CONICET, CARAJO!
El energúmeno que preside la Argentina durante su campaña electoral dijo cantidad de barbaridades sobre una de las instituciones más notables del país, el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, fundado en 1958 (sobre la base de una institución preexistente creada por Perón en 1951) y cuyo primer director fue nuestro premio Nobel Bernardo Houssay. Su funcionamiento cuesta poco más de ciento cincuenta millones de dólares anuales, que es apenas un 50% más de lo que el energúmeno quiere darle a la AFI-SIDE para espionaje interno, ciberpatrullaje y trolleo.
En esta época donde todos opinan sobre todo gracias a las redes sociales, no faltan quienes vociferan sobre el CONICET sin saber de qué hablan. Es una institución tan compleja y vasta, con ramificaciones disciplinarias y territoriales tan variadas que dudo que sean muchas las personas con una visión de conjunto y una profundidad de conocimiento tal que les permita formular una opinión o un juicio sobre el tema, como lo hacen sin pudor el energúmeno y sus adláteres. Bien decía Einstein: “el conocimiento tiene límites, la ignorancia puede ser infinita”.
Por ello me limitaré a hablar del CONICET basándome sólo en mi experiencia personal: cuando entre 2014 y 2015 investigué para escribir y editar mi Guía de Pescados de Mar & Mariscos de Argentina tuve la inestimable colaboración de más de media docena de biólogos marinos casi todos investigadores del CONICET. Como escribí en los “agradecimientos”, fueron ellos quienes me desasnaron, aclararon dudas, proporcionaron datos e información sobre centollas, erizos, pulpos, caracoles, ostras y cantidad de peces del Mar Argentino. Como mi guía trata sobre el más de medio centenar de peces y las dos docenas de mariscos comerciales de nuestro mar, puede comprenderse que todo saber y conocimiento sobre estas especies es de inmenso valor para nuestra economía, que hoy exporta más productos marinos que carne vacuna. Aunque ninguno de estos investigadores hace ciencia aplicada, sólo un imbécil puede sostener que lo que investiga el CONICET sobre biología marina no sirve. De hecho, el CONICET era parte de la loable iniciativa Pampa Azul en la que participaban siete ministerios, entre ellos el de Ciencia y Técnica aniquilado por la barbarie mileísta. Un deficiente mental puede creer que lo que hace el CONICET en biología marina deberían hacerlo los privados. Y en este gobierno hay quien es capaz de sostener la grosería de que incluso el mar debería ser privatizado, con el pretexto de que los privados protegen sus recursos mejor que el Estado.
Agradecimientos en mi Guía de Pescados y Mariscos de Argentina
Salvo por el doctor en Física Jorge Aliaga, investigador y miembro del directorio del CONICET quien me ilustró sobre lo que hizo en estos meses la barbarie mileísta, no haré nombres de otras fuentes porque como me dijeron, “estos tipos son de temer”. Debe saber el lector que el presupuesto del CONICET se gasta casi todo en sueldos de investigadores, técnicos, administrativos y becas de doctorado. El dinero para equipos, realización de proyectos y gastos de investigación llamados “transferencias” o “subsidios” provenían de la Agencia Nacional de Promoción de Ciencia y Técnica y del aniquilado Ministerio de Ciencia y Técnica. El doctor Aliaga explica que “todo lo que es salarios y becas cayó un 30% en términos reales en toda la administración pública, incluidos los organismos de ciencia y técnica. Y todo lo que son subsidios para hacer investigación, obras y compras de equipos se pararon por completo”. La barbarie mileísta trató a los salarios de científicos e investigadores igual que al del más inútil burócrata calientasillas.
Pero hay algo aun más chocante y es que los “subsidios” o “transferencias” no es dinero del gobierno sino créditos en dólares del Banco Interamericano de Desarrollo. De este dinero que está contante y sonante, el gobierno sólo gastó el 2% “de un monto que es del año pasado porque no se actualizó”, dice Aliaga. Que lo explica así: “la fuente es del BID. Pero una vez que entra al Estado es parte del presupuesto público. Ya pasó en el gobierno de Macri, aunque suene loco, si bien no es plata generada en algún sentido sí, en como este gobierno mira la cosa, porque recibe los dólares y los convierte a pesos. Si esos pesos no son cubiertos con superávit serían “inflacionarios”. Por lo tanto prefieren no usar el crédito (y pagar multa) pero no sumar al déficit (por supuesto que suman déficit a lo loco con otras cosas…)”.
Un biólogo marino investigador del CONICET me dijo “desde el 11 de diciembre dejó de haber plata. Sólo los salarios y lo necesario para el funcionamiento de los edificios. Los gastos de combustible para ir a tomar muestras, la compra de reactivos o de equipos los hacemos con nuestro sueldo o no los hacemos”. Pero hay otra manera en la que la barbarie mileísta está atacando a la investigación científica: bloquearon a todos los becarios. Incluso aquellos que ya habían ganado su concurso antes de que asumieran los bárbaros, se quedaron sin nada. A los becarios post-doctorales los dejaron sin un peso este último 31 de julio. Y los concursos de este año, que debían cerrar en marzo, se extendieron a mediados de septiembre para no hacerlos. Otro investigador me lo explica así: “los becarios son esenciales para la investigación. La selección por concurso es muy competitiva, sólo uno de cada cuatro o cinco obtiene la beca para la tesis de doctorado, que generalmente dura dos, tres o cuatro años. Estos becarios son quienes hacen el trabajo de campo, toman las muestras, etcétera. Sin ellos el trabajo se complica mucho” y me dice que actualmente en biología marina debe haber entre 50 y 100 becarios más o menos avanzados en sus tesis de doctorado, que cobran cifras mensuales que los dejan al borde de la pobreza.
Así la “Argentina Potencia”, con su litoral marítimo de cinco mil kilómetros, dejó de apoyar la investigación sobre la diversidad de especies marinas, el plancton o la cría de larvas de centolla para repoblamiento y quién sabe cuántas cosas más. Pero el energúmeno tiene plata para espionaje interno, para trolls que agreden al periodismo y a opositores y a él lo adulan, además de plata para viajar dos veces al mes con su hermana hablando pelotudeces que hacen reír a los pollos y pavonearse con los personajes más ultraderechistas del planeta.