13. La Máquina
De una punta a la otra del país en las rutas nacionales o provinciales de ripio, así como en caminos rurales y vecinales, lo más importante que existe es La Máquina. No sólo los automóviles sino llegado el caso también las 4×4 y los camiones rinden pleitesía al órgano supremo de los caminos no pavimentados de nuestro país. La Máquina es un dinosaurio mecánico amarillo y salvador y toda municipalidad y destacamento vial que se precie tiene una. La Máquina tiene dos modalidades de funcionamiento: una es la manutención ordinaria de los caminos mejorados a los que con frecuencia empeora tras su paso porque a falta de una aplanadora es el tránsito el que se ocupa de asentar la superficie del camino ripristinado por La Máquina. El otro uso de La Máquina es cuando ocurre algo fuera de lo común en el camino. Ya sea que se trate de camiones u ómnibus incrustados uno contra el otro como esculturas modernas, o de aluviones de arena, barro o piedra, desmoronamientos de montañas, troncos atravesados o puentes desaparecidos, hay que sentarse a matear a la vera del camino y esperar que llegue La Máquina y haga su trabajo. Así cuando todo está bien en los “caminos mejorados” de Argentina nadie ruega que pase La Máquina pero cuando hay problemas todos desean que llegue pronto. Podemos estar a cincuenta leguas de ninguna parte pero si La Máquina anda por ahí, está todo bien. Lo peor que puede decirse de un camino o huella argentina es “por ahí no anda o no pasa ni La Máquina”.