25. Los cordobeses, los autos y las rutas cordobesas
Me cuesta un poco entender algunas cosas de Córdoba y los cordobeses. Por ejemplo, no comprendo cómo es posible que la cuna de nuestra industria automotriz tenga rutas tan obsoletas y subdimensionadas. Al lado, San Luis tiene 850 kilómetros de autopistas o autovías: más de la mitad de todo lo que hay en el resto del país. Córdoba sólo tiene la autopista a Villa Carlos Paz y después de demasiados años, la flamante autopista a Rosario. Pero en mi último viaje no vi grandes trabajos viales en las rutas nacionales cordobesas que lo necesitaban con más urgencia. La nacional 36 de Córdoba a Río Cuarto, con dos peajes, era una tomada de pelo que duró décadas hasta 2017 cuando finalmente se logró terminar esa autopista de 200 km de llanura sin mayores obstáculos naturales. La nacional 9 de Córdoba a Santiago del Estero es otra broma peligrosa, también con dos peajes. Un país y una provincia que transportan todo por carretera con una ruta troncal de doble mano en mal estado, sin banquina y con peaje tienen un problema serio con la vialidad bien entendida. Toda la nacional 8 en su tramo cordobés entre Venado Tuerto y Villa Mercedes es una angosta pesadilla de buses de doble piso, camiones con acoplado, máquinas rurales, autos, camionetas y motociclistas. Lo mismo es la nacional 7 entre Rufino y el límite con San Luis, donde como un cachetazo a Córdoba comienza una autopista iluminada en la que el peaje, por una vez, se paga con gusto. Y la nacional 38 de Carlos Paz a Capilla del Monte: una rutita urbana, suburbana e interurbana también con dos peajes que en los fines de semana de buen tiempo colapsa con caravanas casi inmóviles de cordobeses domingueros. Todas estas rutas cruzan zonas urbanizadas con lomos de burro y semáforos, porque las circunvalaciones casi no existen: este drama vial no es sólo cordobés, pero en otras provincias se ven más trabajos. Córdoba sufre un trauma neurótico con las rutas nacionales que la atraviesan: pasan las décadas y todo sigue igual. La circumvalación de la capital cordobesa, de 47 km, fue concluída en 2021 después de más de 30 años. Mientras tanto la vecina San Luis transformaba en autovías o autopistas sus rutas provinciales y las nacionales que la atraviesan, sin ayuda de Buenos Aires. Hay que ser cordobés para aguantar sin sulfurarse que una nube dominical de ciclistas aficionados ocupe toda una mano de una angosta ruta de cornisa, pagar peaje sin chistar en la vieja 36 o la 38, o andar pacientemente detrás de lerdos vehículos en carreteras sinuosas que en su mayor parte son de doble línea amarilla o blanca pero continua.
Addenda: estas líneas fueron escritas hace un tiempo y entiendo que algún modesto progreso hubo.