26. La Fiesta Nacional de la Vendimia en Mendoza

 In Blog, Guía Existencial Argentina, III. Provincias

Más allá del bochorno de su edición 2011, la Fiesta de la Vendimia en Mendoza me parece una culminación cursi y megalómana de lo que en el Viejo Mundo se entiende por fiestas vendimiales. La misma idea de una fiesta nacional de la vendimia es un poco aberrante: incluso en un mismo terruño no hay una sola vendimia sino muchas, según las uvas y el clima. En un país donde las uvas viníferas se cultivan desde el paralelo 24º hasta el 46º sur a lo largo de más de dos mil kilómetros y se cosecha desde febrero hasta mayo, es un poco raro unir los sustantivos “vendimia” y “nación”.

Pero tiene su explicación: Mendoza produce el noventa por ciento de los vinos finos argentinos. En términos vitivinícolas, Argentina es un país centralista y unitario con capital en Mendoza, que en esta materia es tan egoísta como el puerto de Buenos Aires para todo lo demás. Mendoza sólo tolera a la provincia de San Juan, que junto al ferrocarril fue su aliado estratégico en el aniquilamiento de las otras vitiviniculturas argentinas: la bonaerense y la entrerriana desaparecieron, la rionegrina también se extinguió pero renació, la salteña estuvo a punto de perecer y la riojana y catamarqueña languidecieron. Entre las décadas de los 50 y los 80, cuando el grueso del vino argentino viajaba en vagones cisternas de ferrocarril hasta las plantas fraccionadoras a cientos de kilómetros del viñedo y la bodega, nadie podía competir con los vinos cuyanos.

La otra explicación del extraño fenómeno de la Fiesta Nacional de la Vendimia (un corso de carrozas con las reinas vendimiales departamentales por las avenidas céntricas de Mendoza y un gran espectáculo televisado a todo el país desde un gran anfiteatro) es que ya desde principios de siglo XX, las bodegas de millones de litros de capacidad transformaron a la vendimia en un gran proceso industrial. La primera fiesta fue en 1917 pero el fenómeno tal como es hoy tomó forma entre 1950 y 1970 con ayuda de la televisión y de las dictaduras militares que la homologaron como panegírico del trabajo telúrico, la belleza femenina convencional y el folklore más remanido.

Una vez en Mendoza fui a la Fiesta de la Vendimia Gay, pero me decepcionó también: en un club de las afueras había drag queens, transexuales y homosexuales además de mucha juventud pero o yo no entendí bien o la vendimia era sólo una excusa para hacer una fiesta-disco con la parodia de la elección de una andrógina reina. De vino y vendimia aquí también había muy poco.

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