4. Los motociclistas de Formosa

 In Blog, Guía Existencial Argentina, IV. Ciudades y pueblos

Hace ya varios años llegué a la ciudad de Formosa después de veintiún años como a cualquier otra ciudad argentina: por una ruta que al semaforizarse se torna avenida suburbana, con un desparpajo de comercios lánguidos que contrastan con el orden simétrico de los barrios nuevos de viviendas populares. Pero a los pocos semáforos me sentí raro, como si ya no estuviera en la Argentina. Mirando lo que uno puede ver mientras espera una luz verde, noté que todos los motociclistas y sus pasajeros usaban casco. Pasé media docena de semáforos y siempre más de lo mismo: un antiargentino acatamiento de la ley y el sentido común, pero llevado al extremo. Vi un par de pequeños ciclomotores con papá, mamá y nene o bebe a bordo, pero todos con su casco. No aguanté más y apenas pude pregunté:

–¿Qué pasa aquí en Formosa que todos los motociclistas usan casco?

Me explicaron que motociclista sin casco pierde en el acto sus dos ruedas y sólo las recupera después de pagar una salada multa. Y para que eso ocurra hay bastantes policías (de ambos sexos) en las calles. En Formosa hace bastante más calor que en la mayor parte del resto del país y la decontracturada informalidad paraguaya está a diez minutos de lancha cruzando el río Paraguay. Sin embargo Formosa desde el punto de vista motociclístico parece un Chile o una Suiza peronistas. El resto de Argentina es de terror: millones de inconscientes apuestan su cráneo todos los días aupados por funcionarios provinciales y municipales que deberían ir presos por negligencia criminal. Como el inconsciente candidato a diputado liberfacho bonaerense José Luis Espert, fugándose en moto sin casco de la iracundia que provocó su visita (y la de sus jefes) al centro de Lomas de Zamora, en agosto de 2025. Si en Formosa (provincia que bien podría cambiar su nombre por el de Gildoinsfrania) se puede, se puede en todos lados.