44. Inflación

 In Blog, Guía Existencial Argentina, I. Argentinas y argentinos

Una de las cosas que más me duelen –en el bolsillo y en el alma– de la Argentina es que hayamos vuelto a ser un país de alta inflación, como hace más de treinta años.

Uno de los efectos desagradables de la inflación es que la plata se usa mucho, mal y rápido y por lo tanto los billetes se desgastan. Solíamos tener esos billetes asquerosos, grasientos y ajados que decían claramente “no valgo nada” y daba asquito guardar en la billetera: más valía darlos en limosna o propina en lugar de las monedas. Pero con el último gobierno peronista progresamos: la máquina de imprimir funciona a tal velocidad que nuestro billete de mil pesos (¡un dólar!) suele estar impecable.

Y otra vez cuando voy a la ferretería a comprar dos bulones y un tornillo el pobre comerciante pierde tiempo suyo y mío buscando el valor dólar del bulón y del tornillo en una carpeta o computadora y recién después de hacer un par de multiplicaciones sabe decirme cuánto cuestan. La inflación acelera quizá el consumo, pero afecta seriamente a la productividad.

En la anterior Argentina inflacionaria yo era soltero sin hijos pero hoy soy divorciado con hijos y no sólo me cuesta llegar a fin de mes, sino que además me duele que mis hijos desde pequeños hayan perdido la confianza en la moneda metálica: se dieron cuenta que cada vez compraban menos chupetines con un peso. Bruno, que es el más chico, todavía juntaba las moneditas de diez centavos pero Luca, el mayor, pronto se avivó y no se molestaba en recoger del suelo las de 25 y 50 centavos. Hubiera querido ser buen padre y ciudadano y enseñarles a guardar la plata en un chanchito, pero el Ministerio de Economía no me facilitó las cosas, más que con monedas de dos pesos. Le expliqué que había que ahorrar en dólares.

Que este país es muy raro, ya lo dijo Borges. Y una ulterior demostración de lo raro que es, es que el 54% de los votantes de unas elecciones presidenciales reeligieron como presidenta a quien en su anterior gobierno nos dejó una inflación ya entonces de las más altas del mundo (además, en un país que sufrió hiperinflación veinte años antes) y nunca pronunció esa palabra: la única vez que lo hizo, fue para negar que tuviéramos una de las tasas más altas del planeta. Me produjo una fuerte sensación de irrealidad (y me indujo a abandonar emprendimientos a mi riesgo, ya que no sé lidiar con ese gas monstruoso que corroe el valor de todo) que hayamos pasado varios años con inflación del 2% mensual y Doctora Fernández de Kirchner no dijera ni hiciera nada al respecto, salvo apoyar su gestión en estadísticas truchas.

Luego vino Ingeniero Macri sosteniendo que eliminar la inflación era fácil y la duplicó. Después volvieron los Doctores BiFernández y acabaron su gobierno triplicándola, por lo menos. Ahora está Licenciado Milei que promete eliminarla como quien cura una gangrena cortando la cabeza al enfermo. Para colmo, sostiene que con una economía “liberal” en tres décadas la Argentina tendría un rédito por habitante comparable al de Estados Unidos, pero sin moneda propia ni banco central. Tamaña imbecilidad allá les parece gracioso. Acá, si el energúmeno no fuera bloqueado como es de esperar, será una catástrofe de la que el desquiciado y sus adláteres deberán rendir cuentas antes o después.

Está muy bien que los argentinos admitan que el Segundo Principio de la Termodinámica aplica también a la Argentina y que quienes creen en el Perpetuum Mobile, como Doctora Fernández de Kirchner, se vean obligados a ver que no existe motor ni máquina ni familia ni sociedad que pueda existir consumiendo más de lo que produce, que es la causa esencial de nuestra inflación, esa palabra maldita en otros idiomas y en castellano argentino, tan familiar como el lenguaje del fútbol.

El problema es cómo. El energúmeno vomitó que el ajuste lo pagaría “la casta” pero hasta ahora la mayor parte lo estamos pagando los jubilados, en particular aquellos que aportamos 30 años. El Estado ladrón de jubilados tiene nombres y apellidos: Macri reconoció y pago deudas y recompuso jubilaciones. BiFernándezMassa nos robaron el 40% con impuesto inflacionario. El energúmero en tres meses nos afanó lo mismo que BiFernándezMassa en cuatro años.

Así, creo yo, esto no va a terminar bien.

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