45. La vía Menem-Kirchner hacia el progreso provincial
A mediados de los ‘90, era bastante cómico llegar por carretera a las fronteras de La Rioja desde cualquier otra provincia limítrofe y ver como allí mismo si el camino era de ripio se transformaba en asfalto y si era un pavimento viejo, del lado riojano estaba flamante e impecable. Lo mismo pero en escala mayor, sucedió en los años del kirchnerismo con Santa Cruz. La cantidad de dinero que gastaron los Kirchner en asfaltar su provincia es impresionante, como bien saben los reos Lázaro Báez y la entobillada CFK, junto al resto de su “presunta” asociación ilícita. Cada pueblo luce obras viales de acceso que a veces son del todo inútiles como los cinco kilómetros iluminados al entrar a Puerto Santa Cruz o los treinta kilómetros de autopista a las puertas de Río Gallegos. Hacen mear de risa los prosternados Verbitskys, Alivertis y páginadoceanos que fabulan que todo ello es “lawfare”: bastaba recorrer Santa Cruz en los años K (como La Rioja en los años M) para darse cuenta, sólo manejando y mirando, que algo inusitado pasaba en esa provincia. Descontando el caso anómalo de San Luis con los por fin depuestos Rodríguez Sáa, tener un gobernador que se vuelve presidente parece ser el único modo para que una provincia disponga de los medios para darle una repasada a fondo a su infraestructura vial. Así, si admitimos que cada presidente es reelegido una vez, en el caso de que los argentinos votaran en cada elección futura a presidentes de distintas provincias, dentro de unos ciento setenta y seis años todas las provincias argentinas tendrán una inversión en infraestructura vial comparable a la de Santa Cruz.
ADDENDA: Pensándolo bien ello también se verificó durante la presidencia Macri, durante la cual la Ciudad de Buenos Aires tuvo obras viales a rolete: viaductos de ferrocarfril, autopista del Bajo, túneles y sapitos, metrobuses y bicisendas…