46. El trenicidio en la Argentina

 In Blog, Guía Existencial Argentina, I. Argentinas y argentinos

Después de la masacre de guerrilleros, militantes e inocentes que inició la Triple A durante el gobierno de la viuda de Perón y llevó al paroxismo la dictadura de los mierda, a mi gusto la más terrible herida que se le infligió a la Argentina del siglo XX fue lo que se des-hizo con sus ferrocarriles entre aquella dictadura y el nefasto, nefario y nefando decenio de Doctor Menem en la presidencia. Debo pecar de ingenuidad, pero me cuesta imaginar cómo un hijo de esta tierra –por militar o abogado que sea– puede ser tan traidor de su infancia y su tierra como para clausurar miles de kilómetros de ferrocarriles sin más… y después conciliar el sueño el resto de su vida. Que los ferrocarriles del Estado que el cínico Perón nacionalizó y estatizó haciendo un inmenso favor a Gran Bretaña fueran caros e ineficientes, sea. Que hubiera que racionalizar el entero sistema ferroviario, sea. Pero que la forma de hacerlo fuera destruyendo para siempre a la mayor red ferrocarrilera del hemisferio sur es algo que no cabe en mi cabeza y me llena de un despreciativo y profundo odio contra los General Videla y los Doctor Menem y sus adláteres, además del cínico Perón. Desearía que sus nombres y apellidos fueran sinónimos de oprobio para las generaciones venideras de argentinos. La dictadura de los mierda malgastó en la guerra de Malvinas (sin consultar antes a un abogado, como dijo Borges) lo que hubiera costado un tren bala de Buenos Aires a Rosario y Córdoba.

Pero todos los gobiernos democráticos desde 1983 hasta hoy fueron cómplices responsables del trenicidio y el correlativo auge del transporte automotor de pasajeros y de cargas. Que en este sentido fueron todos unos despreciables charlatanes lo comprendí acabadamente aquella vez que tomé el tren ex Ferrocarril Mitre con mi hijo mayor para volver a casa en Escobar después de dejar nuestro auto en un taller mecánico en el Gran Buenos Aires. Mi hijo adoraba los trenes y así me decidí a vivir la aventura de volver a casa por la vía férrea, la misma que tomaba hace más de cincuenta años cuando viajaba hasta la quinta familiar donde vivo.

Tomar ese tren, con trasbordo y espera de más de una hora en Villa Ballester (porque sobran los dedos de una mano para contar las frecuencias diarias) fue para mí una experiencia demoledora. Hacía por lo menos treinta años que no lo tomaba: las locomotoras eran las mismas, los vagones eran los mismos pero en muy peor estado, sucios y desvencijados. Por más que quise pagar el boleto, descubrí que todos viajaban gratis sin pagar. Entre José León Suarez y Bancalari el paisaje era atroz: las villas miseria que se ven desde el tren no se ven desde la autopista, son kilómetros de una degradación humana espantosa que hace pensar en los suburbios de Calcuta. Al menos, en años siguientes se colocaron nuevas vías y se cambiaron los vagones por otros chinos de segunda mano. Las locomotoras siguen siendo las de Empresa Ferrocarriles del Estado Argentino.

A mi juicio, todos los que gobernaron a la Argentina (militares, peronistas y kirchneristas, radicales y macristas) son atorrantes por el sólo hecho de no haber sido capaces en medio siglo de hacer casi nada por esa línea de ferrocarril, un papel de tornasol que revela lo que fueron o lo que son: cómplices del desastre ecológico del tránsito automotor y partícipes necesarios rayanos en la negligencia criminal por todos los accidentes fatales que ello implica*. Que en cincuenta años no hayan hecho casi nada por mejorar el servicio de la ex línea Mitre (más que mejorar, ¡habría que hacerlo todo de nuevo!) a través de suburbios cada vez más populosos es inverosímil. Ni siquiera un imperialista invasor extranjero que odiara a nuestro país y quisiera someter a sus ciudadanos a una infame y bochornosa esclavitud lo habría hecho mejor, o peor.

*Esta nota originalmente fue escrita un año antes de la tragedia del ferrocarril Sarmiento en la estación Once. A raíz de ello el gobierno kirchnerista invirtió algo en ferrocarriles: nuevas vías y durmientes y vagones usados chinos.

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