48. Vení y agarráme si podés
Desde el remoto tiempo colonial y aquello de la orden real desde Madrid que “se acata, pero no se cumple” enunciado por los primeros gobernadores del Plata, un rasgo esencial de nuestra forma de ser y actuar es desafiar a las leyes o a los más poderosos aprovechándonos de la efectiva protección de las enormes distancias.
Tanto aquellas que nos separan de las metrópolis del mundo como las que nos aquejan interiormente: la inmensidad Argentina nos hace sentir que el “largo brazo de la ley” puede no llegar nunca hasta nosotros. Nuestra historia está llena de gobernantes, bandoleros y delincuentes nacionales e importados que adoptaron ese: “¿Ahhh si? Entonces vení y agarrame si podés” que subyace en nuestro poema nacional, el Martín Fierro. Es que la ley (incluso en un país gobernado por abogados o generales) se torna abstracta si a una legua o más en derredor no existe un sheriff o un marshall ni un juez para traducirla a la realidad. Ya los patriotas de Mayo en Buenos Aires y Julio en Tucumán pusieron en práctica el “vení y agarrame si podés” después de que montevideanos y porteños demostraran a los británicos que no éramos tan fáciles de conquistar. Pero fue Rosas el que primero elevó a política de Estado ese desafío arrogante articulado más que en la fuerza propia, en la distancia: una suerte de judo basado en la lontananza geográfica. Así Rosas se buscó un bloqueo naval y la derrota de Vuelta de Obligado, que no entiendo muy bien por qué se festeja desde que Doctora Fernández de Kirchner lo impuso.
Durante el siglo XIX muchos caudillos de tierra adentro se regodearon con este apotegma rioplatense aunque a veces les fallara y terminaran fusilados, degollados o lanceados. Siglo después, la Argentina desafió en ambas guerras mundiales a las metrópolis con su neutralidad amistosa hacia la Prusia nutricia de su antaño omnipotente Ejército. Con la misma actitud pero solapada, abrió las puertas a docenas de sus criminales de guerra. Así también desconocimos contratos petroleros, tratados y deudas… desde la Casa Rosada y con un siempre bien dispuesto Congreso, si es que estaba funcionando. Del “mandáme al sheriff” pasamos al “enviáme la Quinta Flota”. El apotegma falló claramente para la guerrilla del E.R.P. en Tucumán a mediados de los 70, para las Fuerzas Armadas en las islas Georgias y Malvinas a principios de los 80 y con sus crímenes nefastos y hediondos. En la esfera privada, también le falló al poderoso magnate postal Alfredo Yabrán. Pero a pesar de que a veces no funciona, el “vení y agarráme si podés” sigue siendo practicado desde la esfera privada y la evasión de impuestos a la corrupción en las instituciones y la política exterior argentina. “No tengo armas ni medios, pero me sobran leguas alrededor para defenderme y esconderme de vos”: esa es nuestra actitud patria.