49. Esteros del Iberá

 In Blog, Guía Existencial Argentina, III. Provincias

De todos los grandes atractivos turísticos de Argentina, los Esteros del Iberá me parecen lo más flojo. No me resulta fácil admitir que exista una atracción turística que (como los saltos del Moconá) sólo puede disfrutarse embarcado en una lancha o un bote o subiendo a una avioneta. Pero el hecho es que en todo el vasto perímetro de los esteros prácticamente no hay un sólo tramo de costa pública con algún sendero que permita contemplarlos. Para mí los esteros tienen su hora mágica que es al atardecer pero más allá de eso no les veo mucha gracia. Hay algunos rincones estupendos, pero son privados y caros. Colonia Pellegrini es una tristeza: es difícil imaginar una localidad turística menos agraciada. Un pueblito disperso de llanura, sin vista ninguna a los esteros, de calles de tierra y manzanas bastante baldías, construcciones sin gracia y ningún espíritu comunitario, ni nada para hacer sin gastar plata. Pero lo más chocante de los esteros es la provincial 40 de Colonia Pellegrini a Mercedes: en los primeros kilómetros, que corren no muy lejos de los humedales, vi media docena de carpinchos muertos en la ruta entonces de ripio, atropellados por los autos y tirados ahí, pudriéndose al sol.

Cómo decirlo: es muy raro que en el acceso principal a uno de los grandes atractivos turísticos de nuestro país visitado por no pocos turistas extranjeros no haya docenas de letreros alertando sobre el cruce de carpinchos, o docenas de lomos de burro, o kilómetros de tejido para evitar que crucen la ruta y pasadizos bajo nivel para ellos, o por lo menos una chata municipal que cada mañana retire los cadáveres de esos pobres bichos lentos y cortos de vista pero tan parecidos a grandes osos de peluche que tirados ahí desmienten de manera irrefutable todo lo que la folletería turística correntina pueda afirmar acerca de la maravillosa belleza del Iberá. Y encima estaban pavimentando esa ruta, con lo que sospecho que sin defensas adecuadas a ambos lados, la matanza de carpinchos no hará más que incrementarse.

Es que en torno al Iberá se está desarrollando una guerra silenciosa: de un lado están los retrógrados estancieros correntinos que si pudieran transformarían a toda la región en arrozales genéticamente modificados y cultivados con agroquímicos y que por ello tienen curiosas complicidades en los medios y las instancias más insospechadas de Buenos Aires; y del otro, el malogrado multimillonario estadounidense Douglas Thompkins, que estaba empeñado en salvar a los esteros de la destrucción a cargo de los propios correntinos comprando a través de su Conservation Land Trust tantas estancias como pudo para transformarlas en reservas naturales. Es natural que para sus primarios detractores de naturaleza extractiva la idea de gastar fortunas simplemente en proteger a la naturaleza les resultara inverosímil, ya que ellos sólo la ven como algo para rapiñar: así pretendían que el filántropo Thompkins era en realidad un agente imperialista encubierto que estaba adueñándose no sólo del Iberá sino del acuífero guaraní cuando en rigor sólo trataba de impedir que lo hicieran mierda. Eran esas mismas aves carroñeras las que pintaban en los escasos muros de la comarca la consigna “el Iberá es de los correntinos” que expresaba acabadamente su egoísmo rudo y brutal: si por lo menos hubieran escrito “de los argentinos” tendrían el beneficio de la duda. Creo que lo mejor que puede pasarle al Iberá es que termine siendo todo del gringo Conservation Land Trust y algún día, un Parque Nacional. Como el Parque Nacional Monte León, que Thompkins a través del CLT compró para donar a nuestro país.

Volví a visitar los Esteros hace unos pocos años invitado por el Conservation Land Trust para ver lo que entonces recién comenzaban a hacer: reintroducir el yaguareté en la comarca, con un enorme y admirable esfuerzo. Hoy hay ya varios ejemplares de yaguareté salvajes, que se nutren de los sobreabundantes carpinchos. Carpinchológicamente, parece mucho mejor morir para alimento de un yaguareté que para putrefacción a la vera de la ruta, por causa automóvil.

Leave a Comment