5. Carne en Viernes Santo
No soy creyente, pero heredé de mis abuelos paternos italianos la costumbre de no comer carne en Viernes Santo (en rigor, mis abuelos nunca comían carne los viernes: sólo pescado) y si bien no soy muy riguroso en eso, no se me ocurriría ponerme a hacer un asado. Como supongo que vivo en un país mayoritariamente católico, creo que el olor de un asado podría molestar u ofender a algún vecino. Por eso me sorprende un poco el sincretismo cultural argentino: somos un país carnívoro y al mismo tiempo católico (al menos nominalmente) y hemos prácticamente abolido esa cuestión. Incluso algún monseñor argentino declaró que no es pecado comer carne en Viernes Santo. Pero a mí me impresiona un poco cuando paso por la basílica de Luján (aunque nunca en Viernes Santo ni el día de la Virgen) y percibo ese olor a carne grillada que rodea al templo. También me resulta un poco chocante que en Viernes Santo las carnicerías vendan también filet de merluza, que muchas lo hacen todo el año. Que la carne roja y el pescado compartan la heladera y el mostrador no me resulta muy kosher que digamos. Más bien un asquito.