CON UNA COPA DE MÁS: A mí el Día Mundial del Malbec me pone Cabernético

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Es una cuestión personal: detesto todos los “días de” del calendario. Quizá porque mi madre se ríe del día de la madre y desde hace ya unos años del de los abuelos. Y mi padre habitaba en otro mundo sin días del padre.

 

Además soy medio italiano y en Italia no existe esa manía argentina del “día de”. No hay ni un día del periodista ni del abogado ni del bombero. Ni mucho menos del Montepulciano o del Barbera. Acá en cambio tenemos tal saturación que a diario cada radio te “informa” que es el día del antropólogo, del zapatero remendón y del choripán… todo junto.

Hay que reconocer que gracias a Wines of Argentina la Argentina fue en 2011 vanguardia global en la materia. Después siguieron los uruguayos con su día nacional del Tannat, los chilenos con su día del Carménére y los californianos con el del Zinfandel. Hay que ver también que los argentinos siempre vamos a más porque el de nuestra variedad insignia es el único de todos ellos que se considera “mundial” ya que en alguna decena de consulados se descorchan unas botellas, no porque Chile o Francia u otros países participen con sus Malbec.

Como soy escritor y periodista y no hombre de marketing, no veo novedad ni noticia ninguna en otro día más del Malbec: más bien me aburre y la idea de que las cepas puedan tener su “día” en el calendario me resulta un poco abstrusa. Además, que hayan elegido el 17 de abril para ello (ver Wikipedia) me causa el mismo absorto que celebrar el día de la muerte de José de San Martín o el del golpe de la última dictadura militar para los derechos humanos: Sarmiento aquél 17 de abril de 1853 explicitó nobles propósitos que se tradujeron en nada, según luego sus propias desilusionadas palabras. Tuvieron que pasar tres o cuatro décadas para que los argentinos se sarmientizaran, vitivinícolamente hablando.

El día mundial del Malbec podría llamarse con rigor histórico día mundial de la Uva Francesa, porque hasta hace veinte o treinta años en Mendoza al Malbec se lo llamaba así y casi nadie lo elaboraba varietal… hasta que algunos enólogos voladores extranjeros se percataron de sus virtudes y potencial.

En mi personal, Malbec son muchos días del año. Pero también tengo días de ambos Cabernet, de la  Dulce Negra Argentina mal llamada Bonarda, de Syrah y otros tintos, además de blancos, rosados y espumantes. Si por caso de chifladura Wines of Argentina me invitara a hablar públicamente un 17 de abril sobre el Malbec lo agradecería y rechazaría, porque no sabría decir más que obviedades ya dichas. Para ser original hablaría de sus defectos (que los tiene, como cualquier cosa en este mundo) a comenzar por cierta falta de complejidad y excesiva simpatía palatal.

En fin, no quiero arruinarle el día a nadie y espero que todos disfruten un día Malbec global  superlativo. Pero ya tengo muchos excelentes días Malbec como para sumarle uno más, oficial y mundial. Como buen outsider de toda la vida, el miércoles 17 beberé un Cabernet Sauvignon tan argentino como el Malbec y a mi gusto, superior.

D.B.

 

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