Con una copa de más: las bodegas que se ofenden con uno

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Aquí trato un tema delicado que quizá sólo interesa a un puñado de enógrafos argentinos, cada uno de los cuales tiene sus propias anécdotas para contar. Es que hacer crítica de vinos es como hacer crítica de hijos: una de las mejores formas de perder amigos.

No es metáfora: para un/a buen/a winemaker los vinos son como hijos para los padres, o libros para los escritores. Todos invierten tiempo, recursos y atención o pasión en hacerlos. Pero hijos, libros o vinos no siempre salen como quienes los hicieron deseaban: es la vida. Y encima que un tercero, sedicente crítico de lo que sea, venga a decirlo en público es irritante. En los tres lustros que llevo haciendo enografía lo más crítica que puedo nunca recibí una carta documento. Lo más fue un amable pero firme mail personal de Donald Hess desmitiendo que él llegara a su finca Colomé en helicóptero como algún salteño me dijo e ingenuamente tomé por cierto, disculpándome de inmediato por mail y en letra impresa en la siguiente edición. Como un caballero, Hess fue nuestro principal anunciante en varias ediciones con el desaparecido señalador, aunque nuestras páginas reflejaran el tiempo que tomó despegar a los vinos de Colomé. En ese sentido, Donald Hess quedó mi favorito entre los winemakers a los que fastidié. Con otros es un misterio: nunca comprendí porqué Favre-Montmayou, que cordialmente me recibió en sus bodegas mendocina y rionegrina, un día dejó de enviarnos muestras y nunca más se supo. Tampoco recuerdo porqué O. Fournier decidió boicotear nuestras páginas, quizá porque un Beta Crux sacó mejor calificación que un Alfa Crux, o porque en una cata de vinos a pagamento que ofrecí usé una de sus botellas sobrantes para darla a degustar como gran vino: quizá ahora que cambió de dueño vuelvan a la guía. Norton se molestó cuando critiqué que usaran para publicidad a los más destacados colegas, pero caballerosamente volvieron a enviarnos muestras: pienso que los enógrafos podemos hacer publicidad, pero tiene que ser igual para todos los productores que lo deseen y no sólo para uno. La última que se fastidió con mi guía de vinos fue Familia Zuccardi /Santa Julia, pero al menos fue por una razón superior a los vinos: por primera vez en 14 ediciones no me enviaron muestras según me explicó en un mail Sebastián Zuccardi por el tinte político que había tomado mi publicación en su edición 2017 desde la tapa antipopulista y crítica con el gobierno que más daño hizo a la vitivinicultura desde que hay memoria, que otros productores aplaudieron. Pero desde su primera edición 2004, la guía siempre fue anti-estatista y antipopulista.

 

D.B.

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