Con una copa de más: ¿porqué no todo el mundo puede agacharse?
Esta nota viene directo de una nota en The Atlantic de Sarah Zhang (16/3/2018) titulada Why can’t everyone do the “asian squat” cuya lectura me llevó a reflexionar sobre el tema.
A la tercera línea me dije “pero yo esto puedo hacerlo” y abandoné mi notebook para intentarlo: lo logré sin dificultad pero enseguida comprendí que no podía permanecer en esa posición más de un minuto. Me refiero a la posición que se utiliza para defecar en un baño turco, como son todos los baños públicos en China. El artículo de Zhang está ilustrado con fotos de chinos y chinas muy cómodos en esa posición y en otras situaciones, desde tomar una foto a fumar un cigarrillo o esperar. El artículo explica muy bien porqué a la mayoría de los occidentales, más allá de los niñitos, le resulta difícil si no imposible mantenerse en posición agachada un buen rato. No estamos acostumbrados a eso, nuestra musculatura de las piernas no tiene el desarrollo necesario que proviene del utilizar baños turcos toda la vida. Me impresiona un poco que de una práctica tan primordial derive una diferencia física tan marcada entre orientales y occidentales. Y me recordó la impresión que me causaron los baños japoneses cuando navegaba en cargueros, hace más de treinta años: no sabía que los nipones no usan nuestros inodoros sino otros más bajitos, de la altura de un bidet. El inodoro japonés me pareció tan original que compré uno (en los cargueros no hay problema de espacio ni sobrepeso) con la idea de instalarlo en el baño de mi refugio escobareño pero cuando me tocó desembarcar de esa nave volvería a casa en avión y transportar un inodoro además de un bolso marinero (aunque los marinos tienen asignado 30 kilos de equipaje al embarcar y desembarcar en todas las líneas aéreas) me pareció demasiado y lo dejé a bordo. Si lo hubiera traido e instalado en casa, quizá hoy podría practicar “asian squat” sin problemas.
D.B.