Un año de horror… y de yo tener razón, muy a mi pesar

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En Buenos Aires, coexisten en paz los estados de Israel y Palestina

Ya pasó el Año Nuevo y podemos volver a hablar de otras cosas. Hace un año, fui uno más de los millones horrorizados ante la barbarie del ataque de Hamas a los kibbutz del sur de Israel y el festival Nova (o Supernova: lo veo escrito de ambas formas). Desde el primer momento me produjo una sensación de espantosa irrealidad ver a Israel atacado así: algo que nunca antes había sucedido, más allá de la sorpresa (¡también cantada!) del ataque sirioegipcio en la guerra del Yom Kippur hace medio siglo.

Como hacía tiempo venía siguiendo las vicisitudes de la creciente oposición al gobierno del corrupto oportunista Netanyahu, en particular a través de las siempre bien informadas e interesantes notas de Daniel Helft en La Nación, desde el primer momento sentí solidaridad con Israel pero no con su “crimén ministro” y así lo escribí en algún posteo de Facebook, lo cual me granjeó críticas de algunos judíos… pero también apoyo de otros. Con los días y más información, aunque no le importara a nadie más que a mí, redoblé mi apoyo moral a Israel y mi oposición moral al gobierno de Netanyahu y sus aliados Ben Gvir y Smotrich, ambos judíos nazifascistas en el mismo sentido que Albert Einstein y Hannah Arendt calificaron a Menahem Begin en 1948 (ver en mi nota Israel ya no me gusta, quiero a Palestina). Porque mi simpatía y mi paciencia se agotaron cuando vi al presidente argentino (un goy sin una pizca de humanismo) festejado por una secta de judíos ultraortodoxos y antipalestinos cerca del Muro de los Lamentos.

A un año del horror, es claro que (lamentablemente) yo tenía razón: el gobierno israelí no piensa ni en salvar a los rehenes israelíes en poder de Hamas, ni en lograr paz y convivencia con los palestinos, ni detener la invasión y ocupación ilegal de Cisjordania, a la que quieren “Gazaficar” y donde fueron asesinadas más de 600 personas en el último año. Netanyahu hasta se burla de su mayor y casi único aliado, los Estados Unidos. Arabia Saudita, Jordania y Emiratos Árabes ayudaron a Israel a defenderse del masivo ataque dron-misilístico iraní en abril, pero los israelíes escupen sobre ese asado rechazando toda idea de un Estado Palestino (en el primer ataque, sólo dos misiles iraníes alcanzaron a Israel. Seis meses después, dieron en el blanco dos docenas de misiles iraníes).

También, lamentablemente, tenía razón cuando escribí que era “pura fantasía” la pretensión de aniquilar a Hamas. Es evidente que la Fuerza de Defensa Israelí golpeó duramente a Hamas en Gaza (¡faltaría más, tras haber asesinado a más de 41 mil palestinos y destruido mezquitas, universidades, hospitales, escuelas y monumentos históricos además de cementerios, invernaderos, campos de cultivo y ciudades enteras!) y que Hamas ya no tiene el poderío que tenía. Pero después de un año todavía anda bajo tierra junto a su jefe Yahya Sinwar y quién sabe cuántos combatientes. Según se lee, ⅔ de los 2,8 millones de palestinos de Cisjordania hoy simpatizan con Hamas, lo cual es del todo comprensible. Y la mayor parte del mundo árabe niega lo que ocurrió el 7/10/23 o le parece bien. Netanyahu no sólo aupó a Hamas en Gaza para debilitar a la Autoridad Palestina en Cisjordania. Logró que Hamas hoy tenga cientos de miles de simpatizantes y potenciales militantes. Más que “Nunca Hamas”, como alguien escribió hace un año, se diría que es “Hamas que nunca”.

Hace poco, el ministerio de salud de Gaza (que es controlado por Hamas pero sus datos son confiables, pese a lo que dicen los israelíes) publicó un listado de 34.344 palestinos asesinados por los ataques israelíes e identificados por nombre, edad, género y número de documento. Quedan 7.613 por identificar. Y nadie sabe cuántos bajo las ruinas.

Entre los asesinados hay 169 bebés nacidos después del 7 de octubre de 2023 y un hombre nacido en 1922. En el listado de 649 páginas, las primeras 100 contienen los nombres y datos de niños de menos de 10 años; el primer mayor de edad aparece en la página 215. El listado de asesinatos suma 11.355 menores de edad, 2.955 mayores de 60 años y 6.297 mujeres. Todo ello porque Hamas se oculta entre los civiles.

Por estos crímenes de guerra y lesa humanidad, imprescriptibles, Netanyahu y sus cómplices antes o después serán juzgados en la Corte Penal Internacional de La Haya y condenados junto a Yahya Sinwar y los suyos. O quedarán encerrados en su país o alguno aliado hasta su muerte.

Y si los israelíes no dejan de votar a supremacistas y fachomilitaristas, si no acatan el mandato mundial de aceptar un Estado Palestino, es decir retirarse de Jerusalén Este y Cisjordania y ayudar a la reconstrucción de Gaza, entre las posibilidades improbables está que dejen de existir como nación. Y entre las posibilidades probables, que se vuelvan un pueblo odiado y despreciado por el resto del planeta…que ya lo son bastante: hace pocos días, Netanyahu habló ante una Asamblea General de la ONU casi vacía. Incluso cabe que Israel termine siendo una teocracia racista, militarista e imperialista conducida por fanáticos. Que la nación hebrea albergue a un Lager como el de Sde Teiman explica porqué cada vez más judíos de la diáspora simpatizan cada vez menos con Israel, que no fue fundado para tales infamias. También, como se demuestra en Gaza, Cisjordania y ahora en Líbano, las fuerzas armadas, la política y la sociedad israelí admiten “daños colaterales” a civiles inocentes que son inaceptables en cualquier país fuera de la Putia de Rusin.

El horror. Exactamente aquello que buscan Hamas y Hezbollah.

El veterano israelí Haim Har-Zahav, que luchó en Líbano en los ‘90 y escribió un libro sobre ello, dice: “La lección es la misma entonces y hoy: si no puedes ver a qué se asemeja la victoria, entonces no habrá victoria”. Netanyahu no tiene la menor idea de qué hacer con Gaza y sus habitantes después de la matanza y la demolición. Tampoco qué hacer con Hezbollah y el Líbano. Si se miran los comentarios de lectores en diarios israelíes (en inglés, en mi caso) se leen barbaridades que cuesta creer, judíos que se expresan como nazis respecto a los “palis”.

Es cierto que Israel tiene una fuerza e inteligencia militar excepcional y lo acaba de demostrar al decapitar a Hezbollah. Pero también es cierto que es gobernado por un político tan cínico como aberrantemente popular, capaz de prolongar la guerra por su propia necesidad de supervivencia política y de dividir al país como nadie lo hizo antes.

Desde el confort de mi casa a 12.200 kilómetros del infierno, lo veo así. Triste a pesar de los triunfos y de mal augurio respecto al futuro. Ojalá me equivoque. Y que el año 5785 traiga algo mejor para Israel, que sin tener en cuenta a quienes viven en el año 1446, parece altamente improbable.

ADDENDA; no sé si mienten o se autoengañan quienes sostienen en estos días que ningún país pone tanto cuidado en proteger a los civiles de un país enemigo de sus acciones bélicas. Los 42 mil muertos de 2 millones de gazatíes equivaldrían a 8,4 millones de estadounidenses. Y luego: ¿desplazar a toda la población de Gaza de sus moradas, o a un millón de libaneses? Claro que también hay muertos y desplazados israelíes: siempre con uno o dos ceros menos que gazatíes o libaneses.

Estado de Israel esquina Estado de Palestina, Ciudad de Buenos Aires

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