Mi primera erección dominical

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Voto Massa.
Voto Milei.
Voto blanco.
Voto nulo. X.
No voto.

Finalmente, el próximo domingo 19/11 será el día de mi primer voto efectivo aunque anulado por mi boleta manuscrita DEMARQUÍA.

Pensaba hacerlo en las Primarias Asquerosas Sucias Oprobiosas pero me ofendió la fila al sol que pretendían hacerme sufrir a mí, el Soberano. Y me fui sin votar.

El 22/10 fui de nuevo, lamentablemente decidido a votar a presidente a una mujer pública que a las 48 horas me traicionó sin preaviso. Última vez en mi vida que fui de forro a votar un/a político/a.

El domingo votaré, por primera vez en mi vida, casi solo (un hijo mío me acompaña en ello) por DEMARQUÍA.

Con el sueño fantástico de que un día muy lejano los demarquistas serán más de dos tercios en el Congreso y lograrán reformar la Constitución Nacional para anular el artículo 38 y los partidos políticos e instaurar la elección de los representantes del pueblo por sorteo de DNI en la Lotería Nacional. Diputados y senadores, que entre ellos eligirán al Presidente. Ninguno de ningún partido o si lo son, asunto suyo tal como su religión u orientación sexual.

Con cero gasto de dinero en un año de campaña electoral, de boletas, de propaganda y de logística. Sólo con el bolillero de la Lotería Nacional un día laborable y silencioso, público y para todos.

Nada de tiempo perdido en discursos, actos, debates, corrupciones.

Ninguna promesa programa o pacto preexistente.

Ciudadanos sorteados al azar, muestra fiel del país real.

Y que ellos se entiendan, como diputados y senadores.

Sin padrinos ni patrones ni barras ni empleados.

Si de algo a legislar no saben o no entienden, recibirán clases colectivas de los mayores expertos del país o del mundo en cada tema y después decidirán cada uno a conciencia.

Con todo el espacio vacío que dejarán los asesores de la ex casta se hará una confortable hotelería para los representantes, que no podrán volver a ser elegidos.

Serán difíciles de corromper, porque sobornar a cientos de diputados y senadores que no se conocen entre sí es poco práctico.

Se entenderán mejor que estas bandas profesionales de pelotudos, que por mero egoísmo con disputas internas o externas arruinan el clima social del país y llegan al extremo delirante de someter a la ciudadanía a una elección tan vergonzosa, deplorable.

Mi verdulera se entiende con mi carnicero, mi panadera y el remisero o colectivero mejor que ellos entre ellos mismos.

La República que ese día lejano sortee a sus representantes sin elegirlos no sólo se ahorrará demagogia, populismo, falsedades y desilusiones. Dejará de ser lo que Aristóteles hace 2300 años llamó una oligarquía (de políticos electos) para ser, como en aquella vieja Atenas, una democracia (de ciudadanos sorteados para una carga pública, por única vez en la vida).

Y adiós para siempre a los políticos de todo el espectro y a todos sus partidos.

¡Viva la Demarquía!

Wooden pinakia in kleroterion. Imagen: ASCSA.net

(las fotos que ilustran esta nota son de kleroteria, las máquinas para sortear representantes que se empleaban con fichas en la antigua Atenas)

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