SMALL IS BEAUTIFUL: Las Pequeñas Producciones de Escorihuela Gascón
El pasado viernes 24, en la íntima cava del restaurante Roux, Escorihuela Gascón hizo probar tres de sus nuevas cosechas de Pequeñas Producciones (PP en lo sucesivo) a un afortunado reducido grupo de periodistas.

Matías Ciciani, enólogo de Escorihuela Gascón
Estaban presentes Rodrigo Nazar, presidente de la bodega, Matías Ciciani, su enólogo de alta gama y su sommelier Ramiro Palmeyro. Nos recibieron con el PP Extra Brut Rosé y un aperitivo, que al igual que la entrada, los dos principales y el postre fueron magníficos ejemplos de la cocina de Martín Rebaudino: minúsculas, deliciosas ejecuciones de impecable presentación cuyo nombre, entre el origen de los ingredientes y sus cocciones o preparaciones tienen más de narrativa que de gastronomía.
Las Pequeñas Producciones se comenzaron a hacer hacia el año 2000 y son poco más de una docena de varietales de alta gama que sólo se elaboran cuando las uvas alcanzan un umbral de calidad excepcional: así, por ejemplo, el Barbera no se hace la mayoría de los años. Las PP van de un mínimo de unas 2 mil botellas (Sauvignon Blanc) a un máximo de unas 40 mil (Malbec) pero todas cuestan lo mismo: 890$, lo que representa una excelente relación calidad-precio y una admirable filosofia de marketing. Hay en nuestro mercado no pocas etiquetas que cuestan el doble y pagan a los sentidos la mitad. El 80% de las PP nos las bebemos en país, el resto se exporta. La mayor parte de sus uvas es de finca propia: las 75 hectáreas de El Cepillo en Valle de Uco, viñedo de bajos rendimientos y manejo biodinámico certificado aunque no lo enuncian. En la elaboración, dijo Matías,
no hay protocolos: cada año cada cosecha de cada cepa es tratada para lograr lo mejor. Las tres novedades que probamos fueron en verdad cuatro: primero el Sauvignon Blanc 2018 (con una fermentación y crianza en barricas de roble francés y casi nulo tostado) que sólo desde su estructura sugiere, como un susurro, su paso por roble y que según su creador podría guardarse seis años o más.
Luego el Pinot Noir 2018 que entre no haber tenido remontajes y su crianza de ocho meses en barricas de dos o tres usos no dice nada lígneo ni empireumático y discurre con una elegancia singular: como dijo André Tchelistcheff “un gran Pinot es como una bella mujer vestida de largo” y este PP es así.
Magno llenador de boca el PP Cabernet Franc 2017, criado en cuba de 5 mil litros durante dieciocho meses: al igual que el MEG 2017 que nos hicieron probar, es un vino que habría que beber dentro de diez o quince años.
Y hablando de años, cerramos con un PP Late Harvest 2004, edición única de un corte de Verdicchio, Semillon y Sauvignon Blanc que fue “olvidado” en la bodega y del que hay sólo 8 mil botellas. Una maravilla incluso para quien no ama los vinos dulces, como quien suscribe.
Salí de Roux escorando hacia el lado Escorihuela de la vida.
D.B.