This country is full of boludos
Corren tiempos tristes en el mundo. El dictador cleptócrata y asesino ruZo y las decenas de millones de ruZos que lo apoyan en su guerra de agresión en Ucrania. El dictador autócrata chino que se chupa a sus ministros como si fueran uygures. El dictador hereditario norcoreano jugando con misiles y bombas atómicas mientras su pueblo se muere de hambre. El ya casi dictador hindú nacionalista de ultraderecha agrediendo a musulmanes, católicos, opositores y prensa libre. El desquiciado monstruo naranja estadounidense que podría volver a ser presidente el año próximo. El corrupto sinvergüenza primer ministro de Israel con su ministro de seguridad terrorista y defensor de terroristas además de racista, en un país atacado por terroristas racistas palestinos. Y los polacos (¡Polonia no más!), húngaros y eslovacos votando a proruZos o derechistas fascistoides, igual que los italianos. Los dictadores de Cuba, Venezuela y Nicaragua panchos por su casa, aupados por caraduras como Lula da Silva, López Obrador y los BiFernández. Acá, en dos fines de semana, parece altamente probable que el candidato más votado sea un guasón populista de ultraderecha, mentiroso, bruto y boca sucia. ¿Cómo llegamos a esto?
Un amigo desde primer año del Colegio que hizo toda su vida en Estados Unidos me escribió hoy: “Lo de la Argentina es muy pequeño, pero como nuestros compatriotas tienen pretensiones, lo hacen grande. Dan pena, un poco. Es un país maravilloso, en el confín del mundo, demasiado aislado y muy lleno de pelotudos. ¿Como sucedió que el país se llenó de pelotudos, un poco como el cuándo fue que se jodió el Perú de Vargas Llosa en Conversación en La Catedral?”.
Diría que Argentina se pelotudizó porque hace mucho que dejó de cultivar la inteligencia y la educación con pensamiento crítico. “Libros no alpargatas sí”, “Evita me ama” y “La razón de mi vida”. La revolución libertadora prohibiendo nombrar a Perón y la Perona. Los militares haciéndole “planteos” día por medio a Frondizi y jugando a guerritas de azules contra colorados. Los cráneos de Primera Plana apoyando el golpe de Onganía contra Illia, la noche de los bastones largos, cantidad de profesores universitarios cesanteados y emigrados, censura a Bomarzo y al pelo largo. Erpios y montos lanzándose a una suicida “guerra popular y prolongada”. Cámpora, Perón y el “somatén” de López Rega expulsando a una gruesa de los mejores artistas e intelectos del país. Videla, Massera & Cía. con su Nacht und Nebel que asesinó a miles y exilió a muchos más, quizá la parte más cultivada de la juventud de aquél país. Las catástrofes económicas de la dictadura, de Alfonsín, de Menem y De la Rúa expulsando más y más argentinos. Doce años de populismo K dilapidando recursos a troche y moche y propugnando el pensamiento único, “vamos por todo”. La farsa macrista que trajo de vuelta al populismo K para más dilapidación y dañó lo poco de bueno que habían hecho los kleptócratas, por ejemplo en ciencia e investigación y canjear la deuda externa por papelitos en el BCRA. Hace casi 80 años que la Argentina ofende a la razón y la educación con los modales más bastos: ¿cabe alguna duda que entre ese millón y 3 millones de argentinos que se fueron de su país están o estaban muchas de sus mejores cabezas?
Así comienza a explicarse porqué aquí la pelotudez fue en tal aumento, más allá de que también es un fenómeno global. Expulsamos a los mejores y nos fuimos quedando con los boluditos. Tan boluditos que el guasón boca sucia tiene chances de ser presidente. Hace muchos años, un australiano con el que nos unía un aprecio recíproco a pesar de la diferencia de edad, me decía con más tristeza que ironía “this country is full of boludos”. Hoy Robert De Niro corregiría, pelotudos en vez de boludos.
Hace unas semanas me ocurrió algo que me demostró hasta qué punto la pelotudez está contagiándose entre los argentinos. Un treinteañero a quien conozco desde que nació y con el que teníamos una cordial relación me sorprendió un día publicando en su historia de Facebook una infamia que rezaba en inglés “todos estos dictadores encerraron a sus opositores en la cárcel” y abajo fotos de Lenin, Stalin, Hitler, Mussolini, Mao, Castro, Pol Pot y otros y finalmente, Joe Biden. Cuando vi eso le mensajeé pidiéndole que lo borrara porque ni siquiera era falso, era una agresión nazifascista propia de los ultratrumpianos más desaforados. Nadie en su sano juicio puede creer que Biden sea un dictador que encarcela opositores y reproducirlo es una putada asquerosa. Ofendido, me contestó que él publicaba lo que quería y que era “mileísta, trumpista y libertario”. Este mileísta sabe poco o nada de inglés, dudo que en su vida haya leído un diario no digo un libro estadounidense y jamás pisó ni siquiera Disneyland. Pero se proclama “trumpista”: yo, que entre todos mis amigos y parientes en USA no cuento con ningún “trumpista” obviamente no tuve más remedio que borrarlo de todas mis listas. Porque cuando la pelotudez llega a ciertos niveles de inmoralidad cualquier intento de razonar es imposible. Ya veremos cómo sigue y termina esta historia de Mierdei, el flautista de los “soretes humanos mal cagados”, para decirlo con su bocasuciabulario. Mientras tanto ahora me duele y preocupa aun más Israel que Ucrania. Donde la ultraderecha ortodoxa que Mierdei admira, en las redes y medios acólitos, difunde la infamia de que fue un “oficial izquierdista” el que abrió la puerta de la muralla de Gaza a los Hamas. Cuando fueron ellos los que dejaron desguarnecido el sur para ocupar Cisjordania.
Y en este país de pelotudos estamos discutiendo sobre dolarización mientras mendigamos más yuanes a los chinos. Estamos con Mierdei al cuello.